En un mundo sacudido por conflictos y tensiones, el acuerdo de libre comercio firmado entre el Mercosur y la Unión Europea representa un oasis de estabilidad y oportunidad. Este acuerdo, alcanzado tras 25 años de negociaciones, más que una victoria comercial, es un símbolo de cooperación y entendimiento entre dos bloques que comparten principios democráticos y valores de libre mercado. En un contexto global marcado por la incertidumbre, Mercosur se presenta como un socio confiable, con la capacidad de ofrecer estabilidad económica, abastecimiento seguro y un entorno propicio para la inversión extranjera.

La UE, enfrentando retos en su dependencia de mercados en conflicto y la necesidad de retomar protagonismo en la carrera tecnológica, encuentra en Mercosur un aliado estratégico. Este pacto abre las puertas a nuevas oportunidades económicas para nuestro país, que ahora tiene la posibilidad de atraer inversiones europeas, especialmente en áreas de alta tecnología e innovación.

Para Paraguay, esta es más que una oportunidad comercial. Es una invitación a proyectarse al mundo, diversificar su economía, y posicionarse como un polo de desarrollo tecnológico en la región. Europa necesita avanzar en su competencia con Estados Unidos y China en el ámbito tecnológico, y Paraguay puede ser un socio clave en este proceso, si se establece una visión estratégica de largo plazo.

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Sectores como la agroindustria, los biocombustibles y las carnes ya vislumbran un futuro prometedor con el acceso a nuevos mercados europeos. Pero la verdadera ventaja radica en la posibilidad de construir puentes para la transferencia de tecnología, la cooperación en sostenibilidad y la modernización de la infraestructura nacional.

Esto no será automático ni garantizado. Dependerá de la proactividad y creatividad de nuestros dirigentes, así como del sector privado, para identificar y capitalizar estas oportunidades. El desafío está en negociar acuerdos complementarios que promuevan la inversión tecnológica y el fortalecimiento de capacidades locales.

El camino que se abre con este acuerdo no está exento de retos. Aún hay detalles que deben ratificarse en los parlamentos de la UE y del Mercosur, pero el espíritu de cooperación que ha logrado superar 25 años de desacuerdos ya es un triunfo en sí mismo.

Este pacto es un llamado para todos los actores de la sociedad: el gobierno, el sector privado y la ciudadanía. La oportunidad de fortalecer nuestra economía y proyectarnos al mundo está frente a nosotros. Ahora, es nuestra responsabilidad tomarla y convertirla en desarrollo sostenible y equitativo para todos.