En sus siempre muy agradables charlas con la prensa, antes de los partidos de eliminatorias, el técnico de la albirroja Gustavo Alfaro, entre las muy precisas y felices observaciones que acostumbra a hacer, identificó la característica distintitva del futbol de los países que se enfrentaron este jueves por las eliminatorias: la garra.
Uruguay y Paraguay no solo se parece (y más de una vez hasta nos confunden) por los nombres que los identifican cuya parte final es la misma con sus ultimas cuatro letras. Tambien nos parecemos en muchos otros aspectos y el bien apuntado de la mística que nuestros atletas exhiben en el deporte es una de estas grandes semejanzas.
Tal vez por esa misma causa, las luchas entre charrúas y guraníes siempre son épicos duelos y cuesta establecer un favoritismo más allá del circunstancial, del momento específico que se experimenta.
Tal vez aquí descubrimos el motivo de la primera mayúscula sorpresa en competencias oficiales de la mítica Copa América, que dio la selección nacional en su bautismo de fuego internacional, en su primera aparición en el histórico torneo, en su edición del año 1921 celebrada en Buenos Aires.
La celeste, que ya había degustado las mieles de triunfos y títulos en el aún corto historial de los campeonatos sudamericanos de selecciones, sucumbió ante la cenicienta del torneo, la debutante escuadra guaraní.
Paraguay ganó 2 a 1 aquel histórico primer juego internacional oficial celebrado en el estadio del club Sportivo Barracas de la capital argentina en aquel lejano 9 de octubre de 1921.
Impartió justicia en esa oportunidad el colegiado argentino Gerónimo Rapossi y ya a los 9 minutos, un quinceañero a quien casi le impiden entrar a la cancha confundiéndolo con una mascota, Gerardo Rivas, dejaba mudo al estadio con un verdadero golazo.
A los 21 del segundo tiempo Atilio López ampliaba la ventaja. Uruguay no podía si quiera descontar hasta que Piendibene a los 83 dejó las cifras como iban a quedar al final: 2 a 1 y primer memorable triunfo de Paraguay a nivel internacional y en copa América.
A partir de ahí comenzó una gran rivalidad entre ambas selecciones, que tuvo este ultimo jueves un capítulo más en el Defensores del Chaco, el mismo escenario donde aparte de aquel primer éxito del 21, logró Paraguay el más valioso de sus triunfos, no solo por el contundente 5 a 0 que alcanzó, sino porque además, aseguró la clasificación a un mundial por primera vez por via de una eliminatoria (en los anteriores mundiales a los asistió la Albirroja en 1930 y 1950 había concurrido por invitación).
Por si todo ello fuera poco, otro hecho que le otorga plusvalía a esta gran victoria, es que se gestó apenas siete años después del Maracanazo (la final que Uruguay le ganó 2-1 a Brasil en Rio 1950) y ante una selección con la aureola de cuatro conquistas ecuménicas (los mundiales de FIFA 1930 y 1950 y los oros olímpicos de Amsterdam y Colombes en 1924 y 1928).
Aquel encuentro que selló nuestro pasaporte para Suecia 1958, se jugó en el estadio de la entonces Liga Paraguaya de Futbol, el 14 de julio de 1957. Dirigió el juez inglés Jack Husband.
Paraguay alineó a :
– Rubén Noceda
– Juan Lezcano
– Ignacio Achucarro
– Edelmiro Arévalo
– Salvador Villalba
– Eligio Echagüe
– Juan Agüero
– Enrique Jara Saguier
– Ángel Jara Saguier
– Óscar Aguilera
– Florencio Amarilla
Uruguay alistó a
La expectativa que generó aquel enfrentamiento fue superlativo. El entorno previo igualmente fue único. La Albirroja venía envalentonada por una victoria en Colombia (el tercer integrante del grupo clasificatorio), donde la escuadra charrúa apenas pudo empatar. Por ende, si triunfaba nuestra selección, iba a lograr su primera clasificación para las finales de una copa del mundo que entonces solo reunía a los 16 mejores equipos del orbe.
Era una efervescencia total. Hasta los comercios comenzaron a lanzar ofertas con grandes ventajas y una fabriante de cocinas paraguayas, de la marca “Carú”, anunció que iba a premiar con una cocina Carucita al autor de cada gol que marque nuestro combinado nacional.
Al final, tuvo que obsequiar cinco cocinitas y tres de ellas se las llevó el encarnaceno Florencio Amarilla, quien coronó su gran gestión en aquel partido que le valió su transferencia al futbol europeo, concretando un hat trick.
El itapuense anotó a los 5’, 48’ y 57’ y con ello Paraaguay aseguraba su boleto a Escanavia. Ya en los minutos finales, corroboraban aún más la supreamacía guaraní, Juan Bautista Agüero a los 86 minutos y Angel Jara Saguier a los 89’.
Esta noche igualmente, en una instancia clasificatoria en este caso para el mundial 2026, la Albirroja enfrenta en casa, en el mismo recinto histórico de Sajonia a la selección dirigida por Marcelo Bielsa, en busca de allanar el camino hacia un avance mundialista despues de quince años de frustraciones.
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