En ediciones anteriores, mencionábamos que una vez más sería de gran importancia para el gobierno actual escuchar e interpretar el mensaje de la Iglesia Católica. Es de conocimiento público que la «bajada de línea» política de la religión mayoritaria de los paraguayos y paraguayas se realiza en el evento más importante del año para la feligresía: la celebración de la Virgen de los Milagros de Caacupé. Vale aclarar que con esta acotación no estamos criticando de ninguna manera la toma de postura del sector religioso, sino que, por el contrario, celebramos y reconocemos que desde el púlpito se oriente a la gestión entrante.

Para qué engañarnos: A pesar de los números positivos de la macroeconomía, la inflación controlada y la estabilidad social, la aparente estabilidad del Paraguay es exactamente eso: aparente. En las elecciones pasadas, un gran porcentaje de los votantes se inclinó hacia la opción abiertamente «antisistema» encarnada por Paraguayo Cubas, que terminó siendo la gran sorpresa y disputando el segundo lugar nada menos que con el representante del partido más grande de la oposición paraguaya, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).

Esto nos da la pauta de que el gran desafío de la gestión de Santiago Peña será transformar el modelo de crecimiento en un modelo inclusivo de crecimiento, además de demostrar que existe una voluntad fehaciente de combatir al crimen organizado que desgraciadamente infectó todos los espacios de poder. Paraguay necesita seguir en esa buena senda, pero priorizando a los sectores históricamente marginados y fortaleciendo su institucionalidad. La Iglesia habló, quien tenga oídos para oír, que oiga…

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