La decisión de la Cámara de Senadores de aprobar la pérdida de investidura de la senadora Kattya González deja en evidencia, una vez más, la fragilidad de la oposición en nuestro país. Además subraya la importancia de la coherencia en la política y la responsabilidad que conlleva la representación de la ciudadanía.

La sociedad paraguaya ha demostrado en más de una oportunidad ser mucho más exigente, especialmente cuando se trata de líderes opositores, demandando coherencia y transparencia en sus actuaciones. En el transcurso de la era democrática, hemos sido testigos de la caída de dirigentes opositores que, lamentablemente, cometieron los mismos errores que antes criticaban. En el caso de Kattya González, esta paradoja se manifiesta claramente, ya que, a pesar de erigirse como defensora contra el uso indebido de bienes públicos y de influencia, se vio envuelta en prácticas que cuestionaba.

La pérdida de investidura de la senadora González refleja la falta de coherencia en sus acciones y pone de manifiesto la atención que la sociedad paraguaya presta a los actos de sus representantes. A lo largo de su carrera política, tanto como diputada y senadora, Kattya adoptó una posición de jueza de las actuaciones ajenas, pero no logró aplicar los mismos estándares a su propio actuar.

Es evidente que la opinión pública paraguaya no perdona la hipocresía y la falta de coherencia. La ausencia de defensores en las calles, tal como anunciaban algunos de sus colegas, es una muestra del rechazo ciudadano hacia aquellos que no practican lo que predican. Este evento debe servir como lección para los partidos de oposición y sus líderes, recordándoles la necesidad de actuar con integridad y coherencia para ganarse la confianza de la opinión pública crítica.


La sociedad paraguaya exige líderes políticos responsables y firmes, capaces de ser coherentes con sus principios y compromisos. La democracia se fortalece cuando la oposición desafía constructivamente al gobierno, pero para lograrlo, es esencial que los líderes opositores no caigan en las mismas prácticas que critican. La coherencia, como pilar de comportamiento, debe ser el faro que guíe a los líderes políticos en su búsqueda de una verdadera transformación de la República.