Desde 1924, por iniciativa del profesor Alfonso Belisario Campos, cada 15 de Mayo se celebra el Día de la Madre, en coincidencia con la Independencia Nacional. Esta elección no es fortuita, sino profundamente significativa: la figura de la madre paraguaya es inseparable del relato fundacional del Paraguay.
A lo largo de la historia, en especial tras tragedias como la Guerra de la Triple Alianza, fueron las madres paraguayas, quienes sotuvieron los cimientos de una nación devastada. En efecto, en medio de la más absoluta escacez, fueron ellas quienes criaron, alimentaron, criaron y educaron a sus hijos para la reconstrucción de la patria.
Hoy, un siglo después de haberse institucionalizado esta celebración, el perfil de la madre paraguaya ha cambiado, pero su relevancia no ha disminuido. Al contrario: las cifras divulgadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE), y publicadas en nuestro portal, permiten dimensionar la magnitud del esfuerzo que aún recae sobre los hombros femeninos. En el Paraguay de 2025, hay 1.387.300 madres. De ellas, el 63,6% vive en áreas urbanas y un 35% de los hogares del país es dirigido por una mujer, en muchos casos sin pareja conviviente.
Estas mujeres, con un promedio educativo de apenas 9,7 años de estudio, enfrentan realidades desiguales que las obligan a combinar, con pericia y sin reconocimiento, la maternidad, el trabajo y el cuidado del hogar. El 30% se desempeña en el sector de servicios, especialmente en comercios, donde la informalidad y la baja remuneración son la norma. La brecha de género en el empleo sigue siendo abrumadora: de cada tres personas ocupadas, solo una es mujer, y muchas abandonan sus trayectorias laborales para dedicarse exclusivamente a los cuidados del hogar y de los hijos.
Más allá de los datos, está el testimonio silencioso de millones de madres que madrugan para cocinar, cuidar, trabajar, enseñar y resistir. Porque el trabajo que realizan puertas adentro no figura en las estadísticas de crecimiento económico, pero es la base invisible sobre la que se sostiene toda la estructura social.
En este contexto, el Día de la Madre no puede limitarse a una celebración de ternura y gratitud. Debe ser también un llamado urgente a la acción. A políticas públicas que reconozcan el valor económico de los cuidados, que impulsen el empleo digno para las mujeres, que aseguren acceso a educación, salud y protección social, y que pongan en el centro a la madre como sujeto de derechos y no como un símbolo de sacrificio.
El 15 de mayo, Paraguay rinde tributo a sus dos pilares: la madre y la patria. Pero ese homenaje será incompleto si no nos comprometemos, como sociedad, a construir un país donde ninguna madre tenga que elegir entre alimentar a sus hijos o acceder a una oportunidad. Donde la maternidad no implique resignación, sino plenitud.
Que este Día de la Madre no sea solo una fecha en el calendario, sino un recordatorio de todo lo que debemos transformar para honrar realmente a las heroínas de ayer y de hoy. Porque detrás de cada madre paraguaya hay una historia de amor, de lucha y de dignidad que merece mucho más que flores: merece justicia. FELIZ DIA A TODAS LAS MADRES!!!