Para comprender la reacción que tuvo por parte de los intendentes, algunos sectores políticos y de la prensa, así como de un grupo de la población, debemos escudriñar los hechos desde otra perspectiva, desde la única perspectiva que en realidad importa: la de los niños.

Por esto, es importante analizar si el sistema de provisión de alimentos a nuestros niños en las escuelas ha sido hasta ahora eficiente. La respuesta es sencilla: NO. Esto nos lleva a su vez a analizar ¿por qué? La respuesta también es simple: Porque más allá de un genuino y altruista interés de alimentar niños, existe un negocio multimillonario que pretende saciar el hambre, pero de aquellos que proveen el servicio y nunca de los niños.

Son de público conocimiento las múltiples denuncias de provisión alimentos en cantidad o calidad insuficientes para los niños en el marco de los programas de alimentación escolar y esto es inadmisible. Se ha priorizado el negocio por sobre el fundamental derecho de alimentación a nuestros estudiantes, lo cual es repudiable desde el punto de vista ético, moral y legal.

El proyecto «Hambre Cero» busca centralizar el manejo de los fondos destinados a almuerzo y merienda escolar. Abordar la problemática de la malnutrición y la pobreza en el país es una necesidad para todos. Sin embargo, el proyecto ha suscitado controversias y tensiones por parte de los intendentes, quienes han reaparecido de las penumbras políticas para reclamar vehementemente el control de los fondos destinados a la merienda escolar.

Aunque los medios de prensa no lo quieran entender así, debemos reconocer lo sospechoso de esta actitud. ¿El objetivo final es garantizar la provisión de alimentos a los estudiantes o acaso manejar los fondos? Claramente la cuestión controvertida es el manejo del dinero por sobre la alimentación efectiva de nuestros niños.

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Los intendentes argumentan que la gestión de estos fondos debe estar bajo su responsabilidad, resaltando su presencia y voz en un tema crucial como la alimentación infantil. Este reclamo revela una disputa por el poder y los recursos entre la administración central y las autoridades locales, dejando en evidencia tensiones políticas subyacentes. Una tensión por demás mezquina.


No se trata de defender la postura del gobierno, sino de hacer notar el verdadero interés de nuestros políticos. Es inevitable sentir el tufo de la hipocresía al observar cómo tanto partidarios del partido colorado, como opositores, un sector de los medios de comunicación y un grupo de la ciudadanía, quienes antes mostraban poco interés por la situación de la alimentación infantil, ahora se preocupan repentinamente ante este conflicto. Es un reflejo de cómo ciertos temas cruciales pueden ser relegados hasta que surgen disputas políticas que los ponen en el centro de la atención pública, al tiempo de existir una egoísta necesidad de contradecir posturas oficialistas más allá de que estas sean atendibles.

Es un secreto a voces que políticos poseen intereses comerciales en la provisión del servicio de alimentos escolares, acaso por eso existe una rotunda negativa en analizar el proyecto a profundidad. Mientras tanto nuestros niños son alimentados a medias. La urgencia de abordar el hambre y la malnutrición infantil no puede ser eclipsada por luchas políticas y debates sobre el manejo de fondos.

Es imperativo que todas las partes involucradas, al menos por una vez y ante un tema tan trascendental como este, olviden sus intereses particulares y partidarios, y trabajen en conjunto para garantizar que los recursos destinados a la merienda escolar lleguen efectivamente a los niños que más lo necesitan, sin importar nada más. La prioridad debe ser asegurar el bienestar y el futuro de la niñez paraguaya, dejando de lado la eterna guerra política y mediática, priorizando el derecho a una alimentación adecuada para todos los niños del país.