La piratería es uno de los flagelos globales que más afectan al comercio justo, la innovación y el respeto a la legalidad. En Paraguay, además, daña la imagen del país y frena el desarrollo de industrias creativas y tecnológicas.

El ilícito se da en varios campos y tiene efecto directo en la competencia legal. Por su gravedad, porque a veces no tiene rostro y porque también se viste de empresa formal, concentra la atención de las grandes potencias mundiales.

En palabras directas, la piratería se refiere a la reproducción, distribución, uso y venta no autorizada de obras protegidas por derechos de propiedad intelectual.

Tiempo atrás su nicho era ropa, música, fármacos, películas, entre otros productos. Hoy alcanzan a los software y demás contenidos digitales o físicos.

La Justicia paraguaya, uno de los brazos institucionales que hacen a la República, tiene el deber de combatir, dentro del marco de la Ley, la piratería.

No se podrá avanzar en el crecimiento económico y social, si se permite, como si nada, que persistan empresas, del tamaño que sea, que haga copia ilegal de material con fines comerciales, sin el permiso del titular de los derechos.

La piratería, la copia sin permiso, la utilización de software ajeno y todo contenido ilegal constituyen pérdidas para los creadores, productores y distribuidores de contenido original.

Duela a quien duela, la sociedad sana debe asumir que la piratería es ilegal y tiene consecuencias negativas para la misma calidad de vida, en general. Por todo lo expuesto, la Justicia debe ser implacable con la piratería y con los piratas.