A principio de mayo se realizaron capacitaciones en neurodivergencia dirigidas a docentes y en diciembre del año pasado el Ministerio de Salud había lanzado un primer protocolo nacional para manejo de personas del especto autista. Mientras tanto, en las aulas, los niños con esta condición siguen esperando que estas iniciativas dejen de ser solo un documento en un portal web y fotos en redes sociales para cumplir con la agenda.
El sistema muestra dos caras: la de los comunicados oficiales que hablan de avances, y la de las escuelas donde los maestros – muchos con más de 35 alumnos por clase – intentan hacer magia sin recursos ni apoyo real. El protocolo que encontramos en la web del Ministerio de Salud choca con la cruda realidad de centros sin especialistas y diagnósticos tardíos, que obligan a las familias a buscar alternativas privadas.
Las capacitaciones docentes, aunque valiosas, son gotas en el océano. Con solo dos profesionales realizando cursos para todo el país – públicos, subvencionados y privados, presenciales y virtuales – queda descubierto el sistema que aplaude la inclusión en los discursos, pero escatima recursos. Esta semana solo se capacitó a 200 maestros. ¿Qué pasa con los otros 89.800 que siguen al frente de aula?
En abril volvieron los discursos sobre concienciación del autismo. Pero en el día a día, estos niños siguen siendo «ese caso especial» que «perturba» la normalidad del aula, dejando a las familias sin recursos entre la espada y la pared.
Según organismos internacionales, el 70% de las escuelas públicas no tiene recursos para adaptaciones reales. Terminan recortando contenidos a los neurodivergentes en lugar de crear verdaderos planes de aprendizaje.
La verdadera inclusión no se mide con protocolos ni eventos. Se mide en el niño que hoy puede aprender en igualdad de condiciones, en el maestro que recibe formación real, en las familias que no deben mendigar apoyo.
Paraguay tiene todo para ser ejemplo de educación inclusiva. Pero sin presupuesto que transforme leyes en acciones y formación masiva sin improvisación, seguiremos poniendo parches donde necesitamos una transformación. El primer paso está dado, pero el reloj sigue corriendo para esos niños que no pueden esperar.