Paraguay, con una matriz energética 100% renovable basada en hidroeléctricas, busca avanzar hacia una transición energética que diversifique su generación con gas natural y fuentes renovables no convencionales. La incorporación de un gasoducto desde Argentina, sumada a la apertura del mercado eléctrico al sector privado, representa una oportunidad estratégica para modernizar la red, mejorar la distribución eléctrica y consolidarse como un hub energético regional competitivo y sostenible.

Paraguay, con una matriz energética 100% renovable impulsada por hidroeléctricas como Itaipú, Yacyretá y Acaray, produce 8,800 MW y exporta su excedente a Brasil y Argentina a precios bajos, aunque este ciclo está terminando en 2030 aproximadamente.

La apertura del mercado eléctrico al sector privado en generación, transmisión y distribución, junto con la incorporación de un gasoducto, puede diversificar la matriz, modernizar la infraestructura y maximizar los beneficios económicos y sociales de sus recursos energéticos.

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Este enfoque, que combina la liberalización del mercado con la integración del gas natural, ofrece a Paraguay una oportunidad única para atender su creciente demanda interna y posicionarse como un hub energético regional. A continuación, exploramos cómo lograrlo, incluyendo el papel estratégico de un gasoducto.

Poder diversificar con gas natural y renovables, la generación eléctrica paraguaya, dominada por la hidroelectricidad gestionada por la Administración Nacional de Electricidad (ANDE) y las binacionales, enfrenta limitaciones para responder a picos de demanda o diversificar mercados.

La apertura al sector privado puede impulsar fuentes renovables no convencionales, como la solar fotovoltaica (con costos un 80% menores en la última década) y pequeñas hidroeléctricas, pero la incorporación del gas natural, transportado mediante un gasoducto, añade flexibilidad y resiliencia.

Paraguay no produce gas, pero podría aprovechar el recurso abundante de Vaca Muerta en la Argentina a través de un ramal del gasoducto desde Formosa. Para andar esta estrategia deberíamos inicial modificando la Ley de Energías Renovables No Convencionales del año 2014 para incluir incentivos fiscales, como exenciones para equipos solares, eólicos y de cogeneración a gas. Establecer contratos de compra de energía a largo plazo (PPA) para atraer inversión privada en plantas de ciclo combinado a gas, que son más eficientes y menos contaminantes que las térmicas tradicionales.

Además, promover la generación distribuida de paneles solares en hogares e industrias para reducir la presión sobre la red. Un gasoducto facilitaría la instalación de plantas térmicas de respaldo en zonas industriales como Asunción, asegurando suministro estable durante sequías que afectan la hidroelectricidad.

Si bien los desafíos que vamos a enfrentar será el equilibrar la introducción del gas natural con el compromiso renovable de nuestro país, asegurando que las emisiones se mantengan bajas, pero la regulación debe garantizar competencia justa entre ANDE y los nuevos actores privados, evitando distorsiones en el mercado.

La Transmisión

Urgente su modernización y soporte al gasoducto mediante la red de transmisión paraguaya, gestionada por ANDE, sufre pérdidas técnicas del 15-20% y limitaciones para integrar nuevas fuentes de generación o maximizar exportaciones.

Inversiones como los USD 300 millones de Itaipú en 2021 para la línea Yguazú-Valenzuela son un paso adelante, pero la apertura al sector privado y la infraestructura para un gasoducto pueden acelerar la modernización.

Un gasoducto requiere estaciones de compresión y distribución que deben integrarse con la red eléctrica para alimentar plantas de generación por ende será clave implementar asociaciones público-privadas (APP) para financiar líneas de transmisión de alta tensión y estaciones de regulación para el gasoducto.

Tecnologías como redes inteligentes (smart grids) y medidores digitales pueden optimizar la gestión de la energía, mientras que el uso de blockchain, como en El Salvador, garantizaría transacciones transparentes.

El gasoducto, por ejemplo, podría conectar con plantas de generación en el Chaco o el Alto Paraná, requiriendo líneas de transmisión paralelas para evacuar la energía producida en donde los desafíos va a ser sobre todo poder coordinar la infraestructura del gasoducto con la red eléctrica para evitar cuellos de botella.

Además, negociar acuerdos con Brasil y Argentina para mejorar los términos de exportación, dado que los contratos actuales de Itaipú y Yacyretá limitan los ingresos de Paraguay.

Punto clave, lograr eficiencia y acceso rural a la distribución eléctrica, también bajo ANDE, enfrenta problemas de calidad, especialmente en áreas rurales, donde las pérdidas técnicas y no técnicas (robo de energía) son altas.

Un gasoducto puede apoyar la distribución al alimentar microrredes híbridas (gas-renovables) en zonas remotas, mientras que la apertura al sector privado mejorará la eficiencia y el acceso.

Permitir la entrada de empresas privadas en la distribución mediante licencias regionales, como en México tras su reforma de 2013 llevadas a cabo bajo el gobierno del PRI al mando de Enrique Peña Nieto permitió que estas empresas pueden invertir en microrredes que combinen energía solar y pequeñas plantas a gas, alimentadas por el gasoducto, para atender comunidades rurales.

Los medidores inteligentes y sistemas prepago reducirán pérdidas, mientras que la infraestructura de carga puede integrarse con el gasoducto para diversificar el consumo energético.

Garantizar tarifas asequibles, especialmente para sectores vulnerables, mediante un fondo de estabilización financiado por exportaciones y la construcción del gasoducto debe minimizar impactos ambientales en regiones sensibles como el Chaco, con consultas previas a comunidades locales.

El gasoducto como catalizador, el propuesto podría transformar el sistema energético paraguayo al proporcionar una fuente complementaria a la hidroelectricidad.

El gas natural, con emisiones hasta un 50% menores que el carbón, es ideal para plantas de respaldo que estabilicen la red durante sequías o picos de demanda. Además, el gasoducto puede abastecer industrias y fomentar la electromovilidad, reduciendo la dependencia de combustibles importados.

Construir y operar el gasoducto bajo un modelo de APP, atrayendo inversión extranjera, integrando el gasoducto con proyectos de generación distribuida y estaciones de carga eléctrica, posicionando a Paraguay como líder en transición energética. Por ejemplo, plantas de cogeneración a gas pueden alimentar zonas industriales, mientras que los excedentes de gas apoyan la producción de hidrógeno verde, un mercado en auge.

El Marco regulatorio y sostenibilidad para la apertura del mercado y la integración del gasoducto exigen una robustez que fomente la competencia, proteja a los consumidores y garantice la sostenibilidad, podemos basarnos en la experiencia de Colombia, con su mercado eléctrico liberalizado, que es un referente, en donde podríamos crear una entidad reguladora independiente para supervisar la competencia, fijar tarifas basadas en costos reales y monitorear el impacto ambiental del gasoducto.

Establecer metas de descarbonización alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, atrayendo inversión verde. Evitar la captura regulatoria por parte de grandes empresas y garantizar que los beneficios del gasoducto lleguen a comunidades locales, especialmente en el Chaco. La capacitación de ANDE y los reguladores será esencial para gestionar un mercado más complejo.

El sistema eléctrico paraguayo al sector privado en generación, transmisión y distribución, con un gasoducto como catalizador, puede transformar al país en un hub energético regional.

La diversificación con gas natural y renovables, la modernización de la infraestructura y la mejora del acceso rural requieren una colaboración estratégica entre ANDE, el sector privado y los reguladores. El gasoducto no solo estabilizará la red, sino que también impulsará industrias y la electromovilidad, maximizando el valor de los recursos paraguayos.

Con un marco regulatorio claro y un enfoque en la sostenibilidad, Paraguay para satisfacer su demanda interna y liderar la transición energética en América Latina.

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