Paraguay, un país con una matriz energética históricamente dominada por la hidroelectricidad, enfrenta un desafío crucial para 2030: satisfacer una demanda de energía en rápido crecimiento mientras se garantiza la sostenibilidad, la seguridad energética y el desarrollo económico. Con una dependencia casi total de las represas de Itaipú, Yacyretá y Acaray, que generan el 100% de la electricidad del país, Paraguay goza de una matriz renovable única.
Sin embargo, el aumento proyectado de la demanda, el impacto del cambio climático en los recursos hídricos y la necesidad de reducir la dependencia de combustibles fósiles importados y biomasa insostenible exigen una estrategia integral.
Vamos a explorar los desafíos energéticos de Paraguay y propongo un plan para 2030, basado en diversificación, infraestructura, sostenibilidad y cooperación regional.
Riesgos por cambio climático y demanda creciente
El crecimiento económico y demográfico de Paraguay está impulsando un aumento significativo en la demanda de energía.
Según el Plan Maestro de Generación de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), la demanda eléctrica podría superar la oferta disponible para 2028-2030 si no se toman medidas.
Actualmente, el consumo final de energía se distribuye en un 41% de biomasa (principalmente leña y carbón vegetal, a menudo explotados de forma no sostenible), 39% de hidrocarburos importados y solo un 20% de electricidad. Esta dependencia de combustibles fósiles y biomasa plantea riesgos económicos (por la volatilidad de precios internacionales) y ambientales (deforestación y emisiones de CO2).
Además, la producción hidroeléctrica enfrenta amenazas por el cambio climático, que podría alterar los caudales de los ríos Paraná y Paraguay, afectando la generación de Itaipú y Yacyretá.
La revisión del Anexo C del Tratado de Itaipú en 2023, que define las condiciones financieras y operativas de la represa compartida con Brasil, también representa una oportunidad y un desafío para maximizar los beneficios económicos y energéticos para Paraguay. Por último, la infraestructura de distribución eléctrica de ANDE sufre pérdidas técnicas y no técnicas de alrededor del 20%, lo que limita la eficiencia del sistema.
Para abordar estos desafíos, debemos implementar un enfoque multidimensional que combine diversificación energética, modernización de infraestructura, sostenibilidad y cooperación regional. A continuación, se detallan las principales estrategias:
La diversificación de la Matriz Energética y la dependencia casi exclusiva de la hidroelectricidad requiere la incorporación de nuevas fuentes renovables para mitigar riesgos climáticos y satisfacer la creciente demanda. La Política Energética Nacional 2040 establece un objetivo de alcanzar un 10% de generación renovable no hidroeléctrica para 2030, centrándose en energía solar y eólica.
Energía solar, eólica y biomasa sostenible
Paraguay cuenta con un alto potencial de energía solar, con una irradiación promedio de 5,5 kWh/m²/día. Proyectos como la planta solar de 120 MW en desarrollo en el Chaco son un paso inicial, pero se necesitan más inversiones privadas y públicas para instalar al menos 500 MW de capacidad solar para 2030. Incentivos fiscales, como exenciones de IVA para equipos solares, y asociaciones público-privadas pueden acelerar este proceso.
La Energía eólica, aunque menos desarrollada, también es una alternativa. La región del Chaco ofrece velocidades de viento adecuadas para proyectos eólicos. Estudios de factibilidad y pilotos podrían permitir la instalación de 200 MW eólicos para 2030.
La Biomasa sostenible seguirá siendo relevante, pero debe transitar hacia prácticas sostenibles, como la reforestación certificada y el uso de residuos agrícolas para bioenergía. Proyectos de cogeneración en la industria azucarera, como los que utilizan bagazo de caña, pueden expandirse.
La modernización de la Infraestructura Eléctrica y la red de distribución de ANDE requiere una transformación urgente para reducir pérdidas y soportar el aumento de la demanda.
Un plan de acción incluye, inversión en redes inteligentes y la implementación de medidores inteligentes y sistemas de monitoreo en tiempo real puede reducir las pérdidas no técnicas (como conexiones ilegales) y mejorar la eficiencia a esto debemos sumar como condición la expansión de la red y la construcción de nuevas líneas de transmisión y subestaciones es esencial para conectar nuevas fuentes renovables y atender regiones rurales. El Plan de Expansión de ANDE 2023-2033 estima una inversión de USD 1.500 millones para este fin.
Un paso vital será la Promoción de la Eficiencia Energética, esta es clave para reducir la presión sobre la oferta. Campañas de concienciación, estándares de eficiencia para electrodomésticos y edificios, y subsidios para tecnologías de bajo consumo (como iluminación LED) pueden reducir el crecimiento de la demanda.
En el sector industrial, que representa un 30% del consumo eléctrico, auditorías energéticas y programas de modernización tecnológica son esenciales.
Itaipú y la revisión del Anexo C
Un punto clave estará en el Aprovechamiento Estratégico de Itaipú. La revisión del Anexo C de Itaipú, ofrece a Paraguay la oportunidad de negociar mejores condiciones para vender su excedente eléctrico (actualmente, el 70% de la energía de Itaipú asignada a Paraguay no se consume localmente).
Una estrategia podría incluir la venta de excedentes a precios de mercado que generaría ingresos para financiar proyectos energéticos y la atracción de industrias intensivas en energía que son sectores como la producción de hidrógeno verde o centros de datos podrían aprovechar la energía limpia y barata de Paraguay, impulsando el desarrollo económico.
Financiamiento e inversión privada
Implementar estas estrategias enfrenta obstáculos. La financiación es un cuello de botella, proyectos como la modernización de la red de ANDE y la instalación de renovables requieren inversiones significativas, que podrían superar los USD 2.000 millones para 2030.
La atracción de capital privado será crucial, pero exige un marco regulatorio claro y estable. Además, la formación de capital humano especializado en energías renovables y la sensibilización ciudadana sobre el uso responsable de la energía son fundamentales. El cambio climático plantea otro riesgo.
La variabilidad en los caudales de los ríos podría reducir la generación hidroeléctrica en años de sequía, lo que refuerza la urgencia de diversificar. Finalmente, la coordinación interinstitucional entre ANDE, el Ministerio de Obras Públicas, el Viceministerio de Minas y Energía y otros actores es esencial para evitar retrasos en los proyectos.
Para 2030, Paraguay tiene la oportunidad de consolidarse como un líder regional en energía renovable, aprovechando su abundante hidroelectricidad y expandiendo su matriz con solar, eólica y biomasa sostenible.
La modernización de la infraestructura, la eficiencia energética y la electrificación del transporte son pilares complementarios. Con una planificación estratégica, inversión decidida y cooperación regional, Paraguay puede transformar sus desafíos energéticos en una oportunidad para el desarrollo sostenible, asegurando energía limpia, accesible y confiable.
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