La propuesta del Poder Ejecutivo de facultar al presidente de la República a establecer feriados móviles y hasta tres adicionales al año abre un debate legítimo. ¿Necesita nuestro país más días de descanso o una mejor política para potenciar el turismo, la cohesión social y la productividad?

Desde hace algunos años, los feriados largos (gracias al traslado de fechas históricas a los lunes) han generado impactos positivos. Más paraguayos se animan a viajar dentro del país, descubriendo nuestras riquezas culturales, naturales y gastronómicas. En ciudades como Encarnación, San Bernardino, Caacupé, Misiones o el Chaco, se han visto incrementos notorios en la actividad comercial y hotelera durante los fines de semana extendidos. En este sentido, los feriados no son meros “días de ocio”; son herramientas para dinamizar economías regionales, reforzar valores culturales y generar oportunidades.

Sin embargo, estos beneficios no son automáticos ni universales. El turismo interno, por ejemplo, sigue estando condicionado por serios desafíos, como el alto costo de la movilidad, la falta de infraestructura básica en destinos emergentes y la escasa profesionalización de quienes explotan estos espacios. Más días libres no garantizan más turismo si no se acompaña de inversión, capacitación y accesibilidad.

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En países desarrollados, donde se observa un promedio similar de días feriados —entre 11 y 15 por año— la clave del éxito radica en una gestión estratégica, con fechas planificadas con antelación, servicios esenciales garantizados, y campañas que transforman el descanso en reflexión y orgullo nacional.

Es por ello que, la propuesta del Ejecutivo debe ser evaluada con madurez. Otorgarle la capacidad de decretar feriados excepcionales, puede ser razonable si se establecen criterios claros, especialmente cuando se trata de acontecimientos que movilicen al país y promuevan unidad. Pero sin esos límites, se corre el riesgo de abusos con fines políticos o de generar incertidumbre en sectores productivos sensibles, que necesitan cierta previsibilidad en su funcionamiento.

Hay que considerar, que en la actualidad Paraguay no tiene una cantidad desproporcionada de feriados. Lo que necesita es convertirlos en parte de una política pública coherente, que promueva el descanso con propósito, estimule el turismo sin improvisación y preserve el orden económico.

Más feriados no deben significar menos desarrollo. Si esta iniciativa es usada con responsabilidad, puede fortalecer nuestra identidad nacional, aliviar tensiones laborales y movilizar la economía interna. Pero si se maneja de forma inadecuada, será una carga innecesaria para un país que aún busca despegar.