Hablar de pequeñas y medianas empresas en nuestro país, es, sin dudas, hablar del pulmón de la economía nacional. En efecto, las denominadas mipymes sostienen cerca del 70% del empleo formal del país. Con este porcentaje, estas unidades productivas dinamizan comunidades enteras y generan oportunidades para miles de compatriotas. Sin embargo, a pesar de este enorme potencial, las pequeñas y medianas empresas siguen siendo la parte más vulnerable de nuestra economía.
Según datos actualizados, existen más de 450.000 mipymes formalizadas, pero se estima que aun unas 250.000 unidades económicas siguen operando en la informalidad. Esto significa que cientos de miles de emprendedores (en su mayoría mujeres jefas de hogar, jóvenes emprendedores y trabajadores por cuenta propia) quedan al margen de herramientas fundamentales para crecer, tales como acceso a créditos, programas de capacitación, protección social y acompañamiento técnico.
La formalización, a pesar de los incentivos estatales como la gratuidad de los trámites por tres años, aún enfrenta un gran muro conformado por la falta de información y la consabida burocracia.
Muchos emprendedores, por ejemplo, desconoce la existencia del Fogapy (Fondo de Garantía para las mipymes) y otras facilidades crediticias. De acceder a estos beneficios, estos podrían mejorar su capacidad de producción y escalar sus negocios y, en consecuencia, contribuir aún más al desarrollo económico del país.
El otro gran desafío es la concentración territorial. La mayoría de las microempresas se encuentra en zonas urbanas, principalmente en Asunción, Central, Alto Paraná, Caaguazú e Itapúa. Esto deja al resto del país sin un impulso económico sostenido a nivel local.
Existen perspectivas alentadoras, como nunca antes estamos viendo iniciativas que apuntan a potenciar a las Mipymes. Pero, estas políticas públicas deben expandirse a zonas de escasos desarrollo, donde ante la falta de oportunidades los jóvenes principalmente se ven obligados a emigrar.
Se necesita una campaña continua de información y capacitación aprovechando todos los recursos que hoy la tecnología pone al alcance de las manos, para potenciar a las pequeñas y medianas empresas, para que éstas sigan contribuyendo al desarrollo de nuestras comunidades y brindando oportunidades laborales a los compatriotas.
Porque si bien es cierto que una microempresa puede nacer en una esquina del barrio o en el patio de una casa, también es cierto que puede transformarse en una empresa competitiva, generadora de empleo de calidad, si el entorno la acompaña.