Lo que nos dejan los juegos Odesur

Andrés Colmán Gutiérrez

“Ya se terminó

ya se va la gente

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ya sé lo que me vas a decir

que no hay que llorar

que son cosas que pasan…”

La canción Fin de fiesta, del cantautor argentino-estadounidense Kevin Johansen, describe un poco el espíritu que se nos instala al término de los Juegos Odesur Asu 2022. Son muchas las expresiones ciudadanas, en las redes sociales de Internet, lamentando que todo se acabe tan rápido, en especial para los propietarios y trabajadores de hoteles, restaurantes, sitios de turismo, establecimientos comerciales, transportistas y pequeños emprendedores, que se beneficiaron con el gran aluvión de turistas.

Más allá de los sorprendentes buenos resultados económicos, la principal ganancia que nos queda es social, cultural, anímica: La comprobación de que, había sido, somos capaces de organizar un evento internacional de esta envergadura, a pesar de nuestras diferencias y deficiencias políticas, de nuestras peleas cotidianas, de nuestra todavía escasa infraestructura.

Hay mucho que aprender de esta experiencia, pero podemos resumir algunos puntos que nos parecen relevantes:

1.El Paraguay puede. La elección de Asunción como sede de los Juegos 2022 fue complicada y dificultosa. Tras la aceptación oficial del ofrecimiento en la asamblea de Odesur, el 11 de diciembre de 2017, la llegada de la pandemia del coronavirus en 2020 obligó a que el Paraguay avise que no iba a ser posible cumplir el objetivo, ya que los fondos previstos para organizar la competencia se tuvieron que invertir en construir hospitales de emergencia ante la crisis de salud. Finalmente, con el paulatino retiro de la pandemia, se pudo rever la suspensión y reorganizar todo en menos tiempo. Hasta se puede decir que salió mejor de lo planeado. Así que ya le demostramos al mundo —y a nosotros mismos— que sí estamos preparados para cosas grandes. Hasta los Juegos Panamericanos 2025 no paramos.

2. Participación social. Un detalle motivador es que mucha gente se involucró con entusiasmo en la organización de estos juegos. Cerca de 4.000 voluntarios formaron parte, aparentemente seleccionados sin que se tengan en cuenta los colores políticos ni la afiliación partidaria, ni ideología ni religión. Es algo poco frecuente en el Paraguay, en donde tenemos la perversa tradición de que todo se decide entre amigos, parientes, correligionarios y cómplices políticos. A pesar de las muchas críticas contra el actual gobierno, hay que reconocer que las instituciones involucradas, principalmente las secretarías de deportes y de turismo, hicieron un buen trabajo y la gente colaboró activamente. Las largas colas que se formaban para asistir a los juegos, los estadios colmados especialmente para alentar a los equipos de Paraguay, fue otra grata gran sorpresa.

3.- Reivindicar al atletismo, principalmente a las mujeres atletas. Unos 576 atletas, hombres y mujeres, fueron parte del Team Paraguay en los Juegos Odesur. Muchos y muchas de quienes compitieron han debido construir sus carreras deportivas desde abajo, desde el seno de comunidades y familias humildes, casi sin apoyo de las autoridades o las instituciones del Estado. Aunque vienen desarrollando una importante actuación en competencias internacionales desde hace años, esta vez se han hecho visibles por primera vez para un público más masivo. Particularmente, las mujeres atletas fueron las que más se han destacado por su constancia, por su fuerza de voluntad, por su heroísmo deportivo. Odesur 2022 tuvo especialmente un rostro de mujer. En estas columnas hemos resaltado admirables historias, como las de la karateca Jennifer Servín, quien siguió compitiendo a pesar de tener uno de los ojos cerrados por los golpes y conquistó el vice campeonato en su dura disciplina. Esperemos que todo esto ayude a que se les brinden mejores oportunidades, para seguir dando brillo al país.

3.- Dar más valor a los otros deportes. En un país (y en un mundo) en donde la mayor parte de los recursos y la atención se dirigen preferentemente al futbol de las grandes ligas, estos Juegos Odesur han ayudado a dar visibilidad a “los mal llamados deportes menores”. Cerca de una cincuentena de disciplinas deportivas han estado quizás por primera vez en la gran vidriera, muchas de ellas con nombres que hasta hace poco sonaban desconocidos para el gran público. Ahora muchos niños saben qué es un triatlón o en qué consiste la práctica del canotaje slalom. Esperemos que todo esto se traduzca en mejores políticas de promoción y apoyo a los atletas de estos deportes.

4. Apostar por el turismo. Cerca de 70.000 visitantes extranjeros llegaron al país para acompañar los juegos, superando en gran medida todos los pronósticos. Es mucha gente, con un gran poder adquisitivo, que permitieron reflotar los hoteles cerrados durante la pandemia, la gastronomía y los destinos turísticos. A pesar de los esfuerzos y avances, se notó lo lejos que aún estamos para poder ofrecer una estadía de primer nivel a quienes nos visitan. El Estado paraguayo necesita tomar en serio el turismo como actividad posible de buenos ingresos económicos para su población. Hay que mejorar lo que hay, cambiar el chip provinciano de que el turismo es solamente una cuestión de ocio, tipo excursiones de fin de semana y el balneario valle entre yuyales y mosquitos.

5.- Evitar actitudes antidemocráticas. En el marco de los muchos logros, hubo algunas situaciones lamentables, que deslucen el brillo de todo lo que se hizo. Una de ellas fue la condenable actitud discriminatoria de los organizadores de los shows de espectáculos en el Fan Fest de la Secretaria Nacional de Deportes, al plantear a la cantautora indígena nivaclé Bianca Orqueda de que cante gratis para obtener “visibilidad” mientras a los demás artistas si se les pagaba sus honorarios, tal como lo denunciamos en una de nuestras crónicas. Otro episodio, no menos grave, fue la censura a un video en que la capitana de la selección paraguaya de básquetbol femenino, Paola Ferrari, cuestionaba la falta de apoyo por parte de la Federación y de la Secretaría Nacional de Deportes. Intentar acalla la voz de una de las aguerridas atletas fue un despropósito, que conspira contra la transparencia y la convivencia democrática, tal como lo hemos resaltado en otro artículo. Esperemos que estas actitudes totalitarias no se repitan.

Los juegos de Odesur llegan a su fin, dejándonos un regusto agrio de fin de fiesta, como en la canción de Johansen, pero también la alegría y la satisfacción del deber cumplido. Hay mucho que aprender y corregir, en el proceso de construcción de un mejor país.

Para quien firma esta columna, también finaliza la experiencia de haber escrito quince crónicas no-deportivas, con mirada alternativa, para La Tribuna, una por cada día de juego, desde un proyecto colaborativo con nuestro medio El Otro País.

Agradezco a los editores de este nuevo medio periodístico digital que rescata la marca tradicional y legendaria de un histórico diario paraguayo—, por haberme ofrecido esta oportunidad, como también agradezco a los lectores y a las lectoras por acompañarme. Con toda seguridad, más temprano que tarde nos volveremos a encontrar en alguna otra interesante movida periodística. Hasta entonces.

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Andrés Colmán Gutiérrez es director periodístico de El Otro País – Estas crónicas forman parte de un proyecto colaborativo especial para latribuna.com.py