Toda rendición de cuentas se inicia sobre la gestión presidencial

Advertimos el primer día de nuestro retorno: Nuestra mirada constante será sobre los que gobiernan y aspiran a gobernar en el 2023. Esa línea está definida por la secuela de pobreza que deja el mal manejo de los recursos públicos, que se inicia con el Ejecutivo y el Congreso. Son los que definen el presupuesto, que a posteriori tienen exorbitantes despilfarros, que – para mal concluyen- sin ninguna seria y creíble rendición de cuenta.

Ante la inercia casi nacional que existe para resolver ese mal endémico, entendida como corrupción en todas las expresiones, esperamos que la presencia en Paraguay del Coordinador Global Anticorrupción, Richard Nephew, que depende de la Secretaría de Estado de los Estados Unidos, sirva para entender el valor de una de sus especialidades: La rendición de cuentas. Esto es ignorada. Como intento por ilustrar lo dicho citamos como ejemplo que el presidente actual, casi a punto de fenecer en su mandato, antes de justificar su gestión sigue con promesas electorales.

Parece que la técnica para la impunidad es la complicidad grupal. Esto se inicia con la conocida polarización en el partido de Gobierno. En la Asociación Nacional Republicana (ANR) sigue vigente el repetido libreto en que sus dirigentes juegan al mismo tiempo de oficialistas y opositores. Eso está representado hoy en los llamados cartistas y abdistas. Se acusan entre ellos de todo, con protagonistas que no tienen pudor de cambiar de carpa de un lado a otro. Lógicamente pasada las internas partidarias, conviven después bajo el mismo proyecto presidencial, de la manera más diplomática e hipócrita.

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Esperamos que Richard Nephew escuche con atención al contralor. Pues la Contraloría General de la República debe elevar su vara de gestión para que la rendición de cuentas tenga posibilidad de algún éxito. El citado ente elabora contenido donde hay redacciones que permiten interpretar del lado que a uno convenga. No es clara en sus dictámenes. Sus informes suelen ser, igualmente, escritos que concluyen en negociaciones, y pocas veces hay una denuncia formal sobre los exámenes financieros realizados.

Richard Nephew sabe que la corrupción tiene su fortaleza en la clase política. Es demasiado baqueano para pretender engañarlo. Debe tener información que del Ejecutivo depende la Secretaría Nacional Anticorrupción (SENAC), que poco o nada aportó en este tiempo. Más bien se caracterizó, en algunos casos, en ser una herramienta de uso interno dentro de la competencia electoral, que terminó sacándole credibilidad hasta en la presunción de la veracidad de sus argumentos. En palabras directas, es un órgano inservible en la lucha contra la corrupción en la era Mario Abdo Benítez.

La novedad en la llegada al país del Coordinador Global Anticorrupción de los Estados Unidos va con el tema rendición de cuentas, que es necesaria y urgente aplicar en Paraguay. Hagamos bien las cosas: Empecemos entonces ya con el presidente de la República saliente y dejemos la moraleja sobre quién tomará el poder en el 2023 y exijamos igualmente a la Contraloría que deje de sumar funcionarios ricos con amagos de control sobre los exámenes de gestión.

En esa cadena de intimación, que se inicia con la denuncia formal de la Contraloría, la presión luego hay que hacer sobre el Ministerio Público y que la Justicia no tenga espacios para que sea cómplice en la impunidad de los corruptos. Hablando del Poder Judicial, no deja de pasar desapercibido que Richard Nephew tiene agenda con la Sala Penal. Es que el Norte está buscando, también, asegurar que un posible pedido en el futuro tenga el acuerdo de la Justicia paraguaya, si necesario fuere.