La decisión de Japón de designar a Paraguay como socio estratégico representa un antes y un después en más de un siglo de relaciones diplomáticas entre ambas naciones. Este histórico reconocimiento, oficializado durante la visita del presidente Santiago Peña a Tokio y su encuentro con el primer ministro Ishiba Shigeru, no solo eleva el nivel del vínculo bilateral, sino que posiciona al Paraguay como un actor confiable, estable y con proyección internacional en un contexto geopolítico cada vez más competitivo.
Por primera vez en la historia, Japón otorga a un país de América Latina este nivel de relacionamiento preferencial, y lo hace con Paraguay. Esta decisión no es simbólica, sino profundamente significativa. Es el fruto de una relación forjada sobre la base del respeto mutuo, la cooperación sostenida y una comunidad nikkei que, desde hace casi nueve décadas, ha sido puente entre dos culturas y testimonio de un lazo humano y productivo ejemplar.
El nuevo estatus trae consigo beneficios concretos. Destaca entre ellos la aprobación de un crédito por USD 240 millones para infraestructura, una inversión que contribuirá de forma directa al desarrollo económico, a la creación de empleos y a la mejora en la calidad de vida de los paraguayos. Asimismo, la exención de visas para estancias cortas en Japón, vigente desde el 1 de junio, facilitará el flujo de personas, ideas y negocios, abriendo nuevas oportunidades para el intercambio académico, turístico y comercial.
Este salto cualitativo en la relación bilateral se da en un momento oportuno. Paraguay ha consolidado una reputación internacional como un país con estabilidad macroeconómica, baja carga tributaria, energía limpia y renovable, y un entorno favorable para la inversión. Japón, por su parte, es la cuarta economía del mundo, líder en innovación tecnológica y desarrollo industrial. La convergencia de intereses es clara: Paraguay necesita inversión, tecnología y apertura de mercados; Japón requiere socios confiables, estables y con potencial de crecimiento.
Uno de los sectores más beneficiados será, sin duda, el agroexportador. La posibilidad de que productos paraguayos —especialmente la carne— accedan al exigente mercado japonés sería un enorme salto para nuestra economía, porque significaría un reconocimiento de la calidad de nuestros productos, con efecto multiplicador hacia otros mercados asiáticos.
Sin embargo, el valor de esta alianza estratégica trasciende lo económico. Paraguay y Japón comparten una visión común basada en principios fundamentales: el respeto al Estado de Derecho, la promoción de los derechos humanos, la democracia y un orden internacional basado en normas claras. En tiempos donde el multilateralismo se ve amenazado por tendencias autoritarias y un proteccionismo creciente, esta alianza reafirma el compromiso de Paraguay con un mundo libre, abierto y cooperativo.