La movilidad urbana es un derecho fundamental que garantiza la inclusión, el acceso al trabajo, a la educación, a la vida misma. En Paraguay, ese derecho ha sido históricamente vulnerado y aún más cuando cae la noche.
Durante décadas, miles de trabajadores, estudiantes, cuidadores y usuarios del sistema público se vieron forzados a caminar por calles desiertas o a gastar lo que no tienen en servicios privados. La ciudad, simplemente, dejaba de existir para ellos.
En ese contexto, la ampliación del servicio nocturno “Red Búho” representa un incipiente avance (pero avance al fin) hacia una ciudad más justa, segura y conectada.
El anuncio del Viceministerio de Transporte sobre la incorporación de nuevas rutas hacia Limpio, Mariano Roque Alonso, Ñemby, Fernando de la Mora, Lambaré, San Lorenzo y Luque, responde a una demanda ciudadana que merece ser atendida.
Los datos son elocuentes: más de 24.000 validaciones en apenas tres meses, casi 2.000 viajes concretados, y una franja horaria crítica entre las 22:00 y las 03:00 donde se concentra el 82% del uso. La necesidad está clara.
Hay que considerar también que un aspecto relevanta de este servicio se refiere a la seguridad. La presencia de agentes de la Policía Nacional en los buses y en puntos estratégicos del recorrido ha generado confianza entre los usuarios.
A ello se suma la implementación de monitoreo GPS y cámaras a bordo, que no solo disuaden el delito sino que fijan un estándar que debe sostenerse en el tiempo.
Sin embargo, no debemos conformarnos. Esta “Red Búho” debe ser la base para transformar un sistema de transporte público que arrastra problemas estructurales: baja cobertura, unidades obsoletas, falta de conectividad entre municipios y una planificación que muchas veces ignora a los usuarios reales.
El próximo desafío es sostener la frecuencia prometida, ampliar rutas y consolidar un sistema donde el transporte nocturno no sea solo un servicio funcional, sino una política duradera.