Paraguay arrastra una deuda histórica con la lectura. Somos, culturalmente, un país poco afecto a los libros. Se lee poco, los tirajes de las obras editadas suelen ser mínimos, y son contadas las editoriales que todavía apuestan por apoyar la producción intelectual local. Cambiar esta realidad exige mucho más que buenas intenciones: requiere de un compromiso colectivo, político y cultural.

Hoy, en un tiempo donde niños y jóvenes pasan más horas frente a pantallas y consumen contenido fugaz en redes sociales, la lectura se vuelve más necesaria que nunca. Leer desarrolla el pensamiento lógico, fortalece el pensamiento crítico, mejora la comprensión, amplía el vocabulario, estimula la creatividad y nos convierte en ciudadanos más reflexivos y participativos.

Existen políticas públicas que intentan revertir esta situación. Programas como Ñe’ẽry y Un pacto con la lectura son pasos importantes: fomentan la lectura en las aulas, promueven concursos literarios y capacitan docentes. Pero para que estas iniciativas tengan un verdadero impacto, deben extenderse a todos los ámbitos: la familia, los medios, las bibliotecas, las comunidades.

Unite al canal de La Tribuna en Whatsapp

No basta con celebrar una feria del libro una vez al año. Apostar por la lectura implica cambiar una cultura y sostener el esfuerzo con inversión, coherencia y apoyo decidido a quienes crean y producen libros en Paraguay.

Leer transforma. Y si queremos un país más justo, crítico y desarrollado, debemos empezar por ahí.