Ayer se conmemoró el Día del Agricultor en nuestro país, una fecha que pasó casi inadvertida para la mayoría de la población. Este desdén es paradójico en un país que se jacta de ser agrícola y no pierde oportunidad para pontificar que «en el campo está nuestro futuro». Es innegable la trascendencia de la agricultura para Paraguay, y sin embargo, este pilar fundamental de nuestra economía no recibe el reconocimiento que merece.

La agricultura en nuestro país la base sobre la que se edifica nuestra seguridad alimentaria y nuestra presencia en el mercado global de alimentos. Los hombres y mujeres del campo, con su trabajo diario, impulsan el crecimiento de nuestra nación. Su esfuerzo y dedicación han posicionado a Paraguay como un gran productor de alimentos, contribuyendo no solo a la seguridad alimentaria interna, sino también a la del mundo.

No obstante, este reconocimiento no se traduce en el acompañamiento y la promoción necesarios para la actividad agrícola. En nuestros mercados, enfrentamos carencias de productos básicos, lo que nos obliga en ocasiones a depender de importaciones de países vecinos. El contrabando de productos agrícolas también golpea fuertemente a este sector, aunque hay que reconocer que en los últimos tiempos se lograron importantes avances para frenar este flagelo.

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Los agricultores enfrentan desafíos que van más allá de su control, como las variaciones climáticas y la volatilidad de los precios. Sin embargo, la perseverancia de nuestros agricultores es admirable; porque pese a los obstáculos vuelven a sembrar con la esperanza de un mejor futuro, año tras año.

Desde La Tribuna alentamos a todos los agricultores a continuar demostrando su capacidad para trabajar el campo de manera sostenible, basándose en el conocimiento, la capacitación y la adopción de nuevas tecnologías. Porque cuando el campo produce, el Paraguay crece. Es necesario que el gobierno renueve su compromiso con la promoción de la agricultura familiar campesina y brinde apoyo tanto a pequeños como a grandes productores, en el proceso de producción y en el acceso a nuevos mercados.

El Día del Agricultor no debería pasar nunca más inadvertido. Como sociedad debemos valorar y apoyar de manera efectiva a quienes con su trabajo diario aseguran nuestro presente y futuro. Solo así podremos construir un Paraguay verdaderamente fuerte y autosuficiente, donde el campo no solo sea visto como el futuro, sino como el presente que nos sustenta.