Presidente sin carácter y medios que creen ser poderes de Estado

Ninguna sociedad democrática puede existir sin una prensa libre, independiente y plural. A eso agreguemos que en las sociedades libres, el Gobierno debe ser eficiente y eficaz. Dicho así, es posible concluir que en Paraguay hay suficiente libertad de prensa para entregar información de calidad. Lo que no se avizora es el Gobierno seguro y transparente que valorice la democracia.

Hablamos de libertad de prensa y gobierno ante la repercusión que tuvo ayer nuestro Editorial, que hizo mención al fiasco de sectores de grupos de medios que creyeron en su poder de influencia sobre la política de los Estados Unidos. Ese infortunio parece es un vicio que se arrastra hace tiempo. Es que resulta difícil entender que desde 1989 hay buena libertad de prensa y no gobiernos que eleven la calidad de vida de la gente.


Mirando los resultados insuficientes, asumimos como desatino que una parte de la prensa en Paraguay crea que es gobierno, Fiscalía y hasta pueda condenar como si fuera el Poder Judicial. En contrapartida, dan lástima esos gobiernos sin autoestima que actúan mirando titulares de los medios para agradar a tal o cual empresario de prensa, en una actitud genuflexa. Así las cosas, la democracia es hueca, vacía, sin contenido; no por culpa de la libertad, sino por causa de gobiernos sin carácter y esa prensa que confunde su razón de ser.

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En los últimos años, proliferó ese estilo de prensa que hace más propaganda en vez de dar información. Hasta se agregaron programas denominados espacios noticiosos, donde la figura central pontifica sobre estilos de vida como sí el periodismo sea un estatus de gurú divino que está encima de la sociedad. A eso debe sumarse, para mal de males, que hoy se tiene un Gobierno flojo; sin carácter, entregando sus decisiones a quienes cree son sus amigos, a la parentela y, obvio, a holdings de prensa.


Realmente es un lindo tema debatir sobre esa rara simbiosis donde algunos holding de prensa crecieron y se crearon, al parecer, más con la visión de ser poderes de Estado que en acatar la misión de la prensa. A su vez, será sano reflexionar sobre esos gobiernos que someten sus decisiones a un titular de prensa. Ambos, gobiernos enclenques; sin personalidad, y periodismo soberbio e ignorante dañan el corazón de la democracia.