No repetir los mismos errores en Itaipu

Con un acto en Hernandarias, autoridades paraguayas y brasileñas celebraron la cancelación de la deuda de Itaipu para la construcción de la usina hidroeléctrica. Tras casi 50 años, se pone fin a una parte de la soga al cuello que tenían usuarios de Paraguay y Brasil, y que mensualmente abonaban con la factura de la electricidad.

Todos los analistas coinciden en que al cancelarse la deuda, tiene que reducirse el precio de la tarifa que venían pagando usuarios brasileños y paraguayos. Para el experto en temas energéticos, general /R), Juan Antonio Pozo, la reducción de la tarifa no es una cuestión de voluntad de las autoridades, sino que se refiere al estricto cumplimiento del espíritu del Tratado.

“Cuando se paga toda la obra de la hidroeléctrica, automáticamente esa deuda que Itaipu estaba pagando al tesoro brasileño se deja de pagar y sobran 2.000 millones de dólares anuales. Eso significa que en esa proporción se debe disminuir la tarifa de la electricidad. Los consumidores pagamos 22,60 el kw/mes. Al cancelar la totalidad de la deuda, esa tarifa debe reducirse a 12,67 kw/mes. Significa, más del 60 por ciento, en esa proporción debe bajar la tarifa de la electricidad”, según Pozzo.

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Previendo esta nueva realidad, y aprovechando su campaña política para la reelección el ex presidente Jair Bolsonaro, ya había reducido unilateralmente el precio de la electricidad en el Brasil. En cambio en el lado paraguayo, nuestras autoridades están buscando argumentos para continuar con el actual estado de cosas. El pretexto es la necesidad de inversiones que tiene que desarrollar la Ande para “ofrecer un mejor servicio”.

El pago total de la deuda de Itaipu, y la oportunidad para la renegociación del Anexo C, ofrecen al Paraguay, luego de 50 años, una nueva oportunidad para lograr mejores condiciones, de modo que la energía generada por la hidroeléctrica contribuya realmente para sacar al país de la pobreza.

En todos estos años, el lamento de la sociedad paraguaya se enfocó en las condiciones injustas en que se estuvo regalando la energía paraguaya para el desarrollo industrial del Brasil y los manejos oscuros de la binacional.

Se pretende responsabilizar al Brasil sobre estas desprolijidades que perjudicaron los intereses paraguayos, cuando lo que hicieron nuestros vecinos fue solamente defender sus intereses, algo que debían hacer los funcionarios representantes paraguayos.

Las declaraciones formuladas por nuestras autoridades anticipando las negociaciones y la revisión de tarifas, demuestran solamente el espíritu antipatriota que caracteriza a los emisarios paraguayos. La sociedad debe estar muy alerta para ver quiénes serán los representantes en la mesa de negociación y advertir al próximo gobierno que ingrese sobre la tremenda responsabilidad histórica que tendrá ante la sociedad con un tema tan vital como es Itaipu.

Hace 50 años La Tribuna advertía a través de sus editoriales sobre las actitudes entreguistas que podrían hipotecar el futuro de toda una generación. Los reclamos fueron desoídos y las autoridades paraguayas efectivamente hipotecaron el futuro de toda una generación de paraguyos.

Ahora, la historia vuelve a otorgar una buena oportunidad para la reivindicación y de no repetir los mismos errores.