A un paso de lo mismo

Por Juan Carlos A. Moreno Luces

Las cuatro economías más grandes de América del Sur, se encaminan a potenciar sus alianzas estratégicas, en la espera de las elecciones presidenciales en Brasil, donde la ventaja del ex Presidente Lula es aparentemente irreversible. La marcada orientación ideológica de los gobiernos de Brasil, Colombia, Argentina y Perú, para los economistas será un cambio de las reglas y las relaciones con los demás países de la región. 

Señalan que la nueva avanzada será altamente progresista y tenderá a negociar con mayor libertad con los países de su afinidad ideológica.  Agregan, qué el giro del nuevo bloque económico podría tener consecuencias económicas entre los países de menor peso en la zona y a lo que podríamos sumarle la diferencia ideológica. Personalmente, no coincido en un detalle y creo qué olvidado a ex profeso. 

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Los cambios surgidos son producto de varios factores, entre los que se destacan la vergonzosa corrupción de los gobiernos anteriores. La maldita corrupción, ha perneado con fuerza todas las naciones e instituciones en América y sin ningún tipo de diferencia entre gobiernos con distintas posiciones ideológicas. 

La corrupción de la izquierda y la derecha, están y siguen gozando de plenitud en todos los países. Entonces porqué estos cambios !? Si observamos el mapa vemos una radiografía de números fríos, que reflejan el tamaño de las economías, su PIB, su tasa de crecimiento, balanza de pagos y un sin fin de datos. Pero ninguno de ellos expresa un dato qué marque una diferencia ideológica, como un nivel o un porcentaje de corrupción.  

Es la cifra estadística ausente en todos los análisis económicos, desde las grandes consultoras a los organismos multilaterales. Esta hipocresía sincrónica, nos revela qué esta coincidencia en el tiempo y la simultaneidad de los hechos, no es casual. 

La gran guerra ideológica, es en realidad la cortina de humo para mantener la corrupción como el sistema económico.  En América Latina, la derecha y la izquierda; no han pronunciado al respecto.  Es más, sus silencios cómplices respecto a este tema puntual, evidencia que son exactamente iguales, lo qué nos obliga a re pensar este crucial tema.

Definitivamente la corrupción, no es parte del debate y menos un problema ideológico como tal, es un elemento de ataque y defensa de candidatos en los procesos electorales. Y lo grave, es qué está en el ADN de ambos sectores.