En su homilía durante la misa central en la Basílica de Caacupé, el Obispo Monseñor Ricardo Valenzuela hizo un llamado a los laicos para que se involucren en la política y busquen soluciones a los urgentes problemas que azotan a la sociedad, como la corrupción, la impunidad, la inseguridad y la violencia. El obispo denominó «Carta al Pueblo Paraguayo» a la homilía pronunciada durante la misa central, a la cual asistió el presidente Santiago Peña, el vicepresidente y algunos ministros.

El obispo pidió a los laicos que «asuman su compromiso bautismal de ser verdaderos protagonistas en los diversos ámbitos de la sociedad» y «no teman ser testigos del Evangelio de Cristo».

«¡Anímense a revisar las estructuras injustas que se han establecido y tengan el coraje de derribar las barreras que oprimen a nuestro pueblo! ¡Busquen los modos más eficaces para combatir la irritante pobreza extrema, la corrupción y la impunidad! ¡Pongan sus máximos esfuerzos para extirpar el cáncer del narcotráfico, del lavado de dinero y el tráfico de personas, entre tantas execrables injusticias!», dijo el obispo ante la multitud de feligreses que se congregó una vez más frente a la basílica para escuchar el mensaje de la Iglesia Católica.

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A los laicos, instó a que no teman «mezclarse en la interacción política, aunque ella inicialmente parezca insana, porque mientras sean solo pasivos observadores, jamás se conseguirá transformar la penosa situación actual de nuestro país en otro que todos nos merecemos».

Abogó por una recuperación de la dignidad de la política, que actualmente está convertida en «una ‘nueva profesión’ en la que se reparten los bienes del pueblo como si fuese un botín de guerra».

A las autoridades electas, que asumieron sus respectivos cargos hace nueve meses, les advirtió que no hay tiempo que perder y que el pueblo está esperando respuestas a los problemas sociales.

«Es urgente activar las instituciones porque el hambre, la enfermedad, la falta de empleo digno y la inseguridad no se detienen. ¡No hay tiempo que perder!», dijo, advirtiendo que el pueblo paraguayo es noble y generoso, es paciente y sufrido, pero no es prudente abusar de la confianza depositada.

En ese sentido, insistió en que los problemas deben ser afrontados antes de que crezcan en dimensiones. «Aumentará la deuda externa que se va transformando en ‘eterna’. Seguirá creciendo el déficit fiscal y el precio de los combustibles seguirá fluctuando. Del mismo modo, si no hay una decisión política seria en materia de seguridad, crecerá la delincuencia cotidiana que se ha convertido en la ‘zozobra nuestra de cada día’. En efecto, los delincuentes, motochorros y asaltantes domiciliarios tienen en jaque a barrios enteros de las poblaciones más vulnerables», dijo.

Monseñor Valenzuela instó al pueblo a mantener el optimismo sin dejar de exigir el cumplimiento de las promesas hechas en la campaña electoral, porque no es momento de depresiones y desilusiones. «No nos dejemos llevar tampoco por el mal humor social que se difumina fácil, especialmente por las redes sociales, con escaso resultado. Más bien debemos activar los mecanismos pertinentes para exigir el cumplimiento del programa presentado durante las justas electorales», apuntó.

El obispo de Caacupé resaltó la preocupación por la inseguridad que afecta al país, desde los asaltos callejeros hasta la «toma de comisarías y distritos completos por bandas internacionales» y la toma de cárceles por parte del crimen organizado, resaltando el pánico y sobresalto que esos hechos causan en la opinión pública, e instó a las autoridades a no desanimarse en la lucha contra la delincuencia.

Fondos jubilatorios

El obispo también se refirió a la controvertida Ley de la Superintendencia de Jubilaciones y dijo que los fondos jubilatorios del Instituto de Previsión Social no deben tocarse. «Ese fondo jubilatorio debe permanecer cerrado para su único objetivo, asegurar una vida digna a los obreros y trabajadores después de tanto esfuerzo: Poder disfrutar de su propio aporte jubilatorio cuando les corresponda su retiro del mundo laboral. Ojalá sea el Estado el que cuide y vigile esos fondos reservados pensando en un futuro seguro y mejor de los ciudadanos que han aportado», remarcó.

Monseñor Valenzuela insistió en la máxima preocupación del pueblo, que son «la corrupción y la impunidad», que «siguen carcomiendo los cimientos de la nación».

«Parecería no tener límites y resulta muy preocupante, muy serio y grave a la vez, que la sociedad se vaya acostumbrando a observar cómo los delitos cometidos en contra del bien común permanecen impunes, sin que se demuestre ganas ni voluntad de repudiarlos, y menos aún de exigir castigo a las personas responsables de esos hechos».

Lamentó que la democracia lograda tras el derrocamiento de la dictadura no haya traído «la bonanza que todos esperábamos». «Ya pasaron siete gobiernos, de cinco años, en democracia, y en todo ese tiempo no supimos frenar la sangría de la corrupción que está volviendo anémica al país. Es hora de acabar con esto».

Tema universidades

El obispo expresó también la preocupación de la Iglesia por el deterioro de la calidad educativa y la proliferación de universidades que comercializan títulos de profesionales universitarios.

«Contamos con supuestos profesionales que no saben decir lo que supuestamente saben, pues uno se da cuenta de que alguien sabe algo cuando lo sabe decir. ¡Se está dando títulos a analfabetos funcionales que no comprenden lo que leen! ¿En manos de quiénes quedará el futuro de nuestro país?», cuestionó.

El obispo finalizó con un mensaje de esperanza a la población, diciendo que «Tenemos la convicción de que vendrán tiempos mejores y que nuestras autoridades finalmente comprenderán la necesidad de servir al semejante para que todos lleguemos a buen puerto, con la firme militancia de las bases católicas y de todos aquellos que de verdad quieren a su patria».En su homilía durante la misa central en la Basílica de Caacupé, el Obispo Monseñor Ricardo Valenzuela hizo un llamado a los laicos a involucrarse en la política para buscar soluciones a los urgente problemas que azotan a la sociedad, como la corrupción, la impunidad, la isneguridad y la violencia. Carta al Pueblo paraguayo denominó el obispo la homilía pronunciada durante la misa central a la que asistió presidente Santiago Peña, el vice presidente y algunos ministros.

El obispo pidió a los laicos que “asuman su compromiso bautismal de ser verdaderos protagonistas en los diversos ámbitos de la sociedad” y “no teman ser testigos del Evangelio de Cristo”.

“¡Anímense a revisar las estructuras injustas que se han establecido y tengan el coraje de derribar las barreras que oprimen a nuestro pueblo! ¡Busquen los modos más eficaces para combatir la irritante pobreza extrema, la corrupción y la impunidad! ¡Pongan sus máximos esfuerzos para extirpar el cáncer del narcotráfico, del lavado de dinero y el tráfico de personas entre tantas execrables injusticias!”, dijo el obispo ante la multitud de feligreses, que se congregó una vez más frente a la basílica para escuchar el mensaje de la Iglesia Católica.

A los laicos instó a que no teman “mezclarse en la interacción política, aunque ella inicialmente parezca insana, porque mientras sean solo pasivos observadores, jamás se conseguirá transformar la penosa situación actual de nuestro país en otro que todos nos merecemos”.

Abogó por una recuperacón de la dignidad de la política, que actualmente está convertida en “una ‘nueva profesión’ en la que se reparten los bienes del pueblo como si fuese un botín de guerra”.

A las autoridades electas, que asumieron sus respectivos cargos hace nueve meses les advirtió que no hay tiempo que perder y que el pueblo está esperando que se brinden respuestas a los problemas sociales.

“Es urgente activar las instituciones porque el hambre, la enfermedad, la falta de empleo digno y la inseguridad no se detienen. ¡No hay tiempo que perder!”, dijo y advirtió que el pueblo paraguayo es noble y generoso, es paciente y sufrido, pero no es prudente abusar de la confianza depositada.

Deuda externa

En ese sentido insistió en que los problemas deben ser afrontados antes de que crezcan en dimensiones. “Aumentará la deuda externa que se va transformando en ‘eterna’. Seguirá creciendo el déficit fiscal y el precio de los combustibles seguirá fluctuando. Del mismo modo, si no hay una decisión política seria en materia de seguridad crecerá la delincuencia cotidiana que se ha convertido en la ‘zozobra nuestra de cada día. En efecto, los delincuentes, motochorros y asaltantes domiciliarios tienen en jaque a barrios enteros de las poblaciones más vulnerables”, dijo.

Monseñor Valenzuela instó al pueblo a mantener el optimismo sin dejar de exigir el cumplimiento de las promesas hechas en la campaña electoral, porque no es momento de depresiones y desiluciones. “No nos dejemos llevar tampoco por el mal humor social que se difumina fácil, especialmente por las redes sociales, con escaso resultado. Más bien debemos activar los mecanismos pertinentes para exigir el cumplimiento del programa presentado durante las justas electorales”, apuntó.

El obispo de Caacupé resaltó la preocupación por la inseguridad que afecta al país, desde los asaltos callejeros hasta la “toma de comisarías y distritos completos por bandas internacionales” y la toma de cárceles por parte del crimen organizado, resaltando el pánico y sobresalto que esos hechos causan en la opinión pública, e instó a las autoridades a no desanimarse en la lucha contra la delincuencia.

El obispo se refirió también a la controvertida Ley de la Superintendencia de Jubilaciones y dijo que los fondos jubilatorios del Instituto de Previsión Social no deben tocarse. “Ese fondo jubilatorio debe permanecer cerrado para su único objetivo, asegurar una vida digna a los obreros y trabajadores después de tanto esfuerzo: Poder disfrutar de su propio aporte jubilatorio cuando le corresponda su retiro del mundo laboral. Ojalá sea el Estado el que cuide y vigile esos fondos reservados pensando en un futuro seguro y mejor de los ciudadanos que han aportado”, remarcó.

Monseñor Valenzuela insistió en la máxima preocupación del pueblo son “la corrupción y la impunidad” que “siguen carcomiendo los cimientos de la nación”.

“Parecería no tener límites y resulta muy preocupante, muy serio y grave a la vez, que la sociedad se vaya acostumbrando a observar cómo los delitos cometidos en contra del bien común permanezcan impunes, sin que se demuestre ganas ni voluntad de repudiarlos, y menos aún de exigir castigo a las personas responsables de esos hechos”.

Lamentó que la democracia lograda tras el derrocamiento de la dictadura no haya traído “la bonanza que todos esperábamos”. “Ya pasaron siete gobiernos, de cinco años, en democracia, y en todo ese tiempo no supimos frenar la sangría de la corrupción que está volviendo anémica al país. Es hora de acabar con esto”.

El obispo expresó también la preocupación de la Iglesia por el deterioro de la calidad educativa y la proliferación de universidades que comercializan títulos de profesionales universitarios

“Contamos con supuestos profesionales que no saben decir lo que supuestamente saben, pues uno se da cuenta que alguien sabe algo cuando lo sabe decir. ¡Se está dando títulos a analfabetos funcionales que no comprenden lo que leen! ¿En manos de quiénes quedará el futuro de nuestro país?”, cuestionó.

El obispo finalizó con un mensaje de esperanza a la población diciendo que “Tenemos la convicción de que vendrán tiempos mejores y que nuestras autoridades finalmente comprenderán la necesidad de servir al semejante para que todos lleguemos a buen puerto, con la firme militancia de las bases católicas y de todos aquellos que de verdad quieren a su patria”, dijo.