Con la llegada de las fiestas de fin de año, llegan días de celebraciones, reuniones y tradiciones, pero también trae consigo una considerable cuota de estrés. Este tiempo, que debería ser un momento de alegría y reflexión, muchas veces se convierte en una etapa de tensión debido a las altas expectativas, la sobrecarga de actividades y los gastos adicionales.
Esto genera picos de estrés en las personas, quienes, a nivel emocional, suelen experimentar mayor irritabilidad, impulsividad y dificultad para manejar situaciones cotidianas. Las emociones están a «flor de piel», lo que puede derivar en reacciones exageradas, conflictos familiares o sociales que se intensifican en esta épocas, según la psicóloga Noelia Castillo.
¿Pero por qué se da esto?
Uno de los principales generadores de estrés en esta época son los gastos relacionados con las celebraciones, las personas se enfrentan a la compra de regalos, ropa nueva, alimentos para cenas especiales, fuegos artificiales, y en algunos casos, remodelaciones del hogar.
La presión financiera se intensifica con compromisos como colaciones, graduaciones y eventos de fin de año, estos gastos adicionales, muchas veces imprevistos, pueden generar ansiedad y frustración.
El estrés no solo se refleja en la mente, sino también en el cuerpo, entre los síntomas físicos más comunes están la fatiga extrema, caracterizada por un cansancio persistente, las alteraciones del sueño, como la dificultad para conciliar o mantener un sueño reparador, y los dolores musculares y de cabeza, especialmente en cuello y hombros.
Aunque las celebraciones de fin de año están marcadas por la conexión familiar y la alegría, muchas personas experimentan sentimientos de nostalgia y soledad, esto ocurre con frecuencia por recuerdos del pasado, ya que las festividades pueden evocar memorias de seres queridos que ya no están, generando tristeza y añoranza.
¿Qué hacer?
Para afrontar esta etapa del año, es fundamental adoptar una actitud de comprensión y empatía, tanto hacia los demás como hacia uno mismo, reconocer los límites personales, planificar los gastos con anticipación y priorizar las actividades más significativas son pasos clave para reducir el impacto del estrés.
Más allá de las expectativas, el verdadero espíritu de las festividades está en compartir momentos de calidad con nuestros seres queridos.
La calma y la gratitud pueden ser nuestras mejores aliadas para cerrar el año en paz.
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