En 2025, Paraguay mantiene su posición como una de las economías más dinámicas de América Latina, con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) proyectado entre 3.5% y 4%, según el Banco Central del Paraguay (BCP).

Este desempeño está impulsado en gran medida por la inversión pública en infraestructura, que ha alcanzado un nivel récord de ejecución, con el 54.1% de los ingresos tributarios –equivalentes a USD 2.8 mil millones– destinados a sectores estratégicos como salud, educación, seguridad y obras viales.

Los bonos soberanos, respaldados por el grado de inversión otorgado por Moody’s en julio de 2024, han permitido financiar proyectos transformadores que fortalecen la competitividad del país.

Unite al canal de La Tribuna en Whatsapp

Sin embargo, el déficit fiscal acumulado del 0.5% del PIB a abril de 2025, una deuda pública que alcanzó el 40% del PIB en 2024 y seis años consecutivos de incumplimiento de la meta fiscal del 1.5% establecida por la Ley de Responsabilidad Fiscal, plantean interrogantes sobre la sostenibilidad de este modelo.

¿Es la inversión pública en infraestructura la clave para un crecimiento sostenible en Paraguay, o un riesgo fiscal que podría comprometer la estabilidad macroeconómica en 2025?

El Impacto Macroeconómico de la Inversión Pública

La inversión pública en infraestructura es un motor clave del crecimiento económico, con efectos multiplicadores que estimulan la demanda agregada y elevan la productividad a largo plazo.

En Paraguay, el gasto en capital físico ha sido un pilar del dinamismo económico, contribuyendo aproximadamente al 1.5% del crecimiento del PIB en 2024, según estimaciones del FMI.

En 2025, el Ministerio de Economía reporta que los ingresos tributarios, que representan el 13.5% del PIB, financian proyectos emblemáticos como el Corredor Bioceánico, con una inversión de USD 450 millones, que conecta el Atlántico con el Pacífico y reduce los costos logísticos en un 15%.

La planta de celulosa Paracel, con una inversión de USD 4 mil millones, se proyecta que aporte un 1% al PIB anual a partir de 2026, generando 8,500 empleos directos y 20,000 indirectos durante su construcción.

En el sector salud, la construcción de hospitales en Caaguazú (USD 30 millones) y Alto Paraná (USD 45 millones) amplía la cobertura sanitaria, beneficiando a 300,000 personas. En energía, la subestación eléctrica de Valenzuela, parte de una inversión de USD 650 millones por ANDE, mejora la capacidad de distribución eléctrica, apoyando el desarrollo industrial.

Estos proyectos generan impactos inmediatos y estructurales. En el corto plazo, la construcción impulsa el empleo, beneficiando a las MIPYMES, que generan el 70% de los puestos de trabajo y representan el 62% del sector servicios.

En el largo plazo, la infraestructura moderna reduce los costos de transporte (hasta un 20% en rutas clave), mejora la competitividad de las exportaciones y atrae inversión extranjera directa (IED), proyectada en USD 6.8 mil millones para 2025-2028 en sectores como celulosa, fertilizantes verdes y energía.

Sin embargo, el 73% de las carreteras del país siguen sin pavimentar, lo que limita la conectividad rural y encarece la comercialización de productos agrícolas, un desafío que requiere mayores inversiones.

Bonos Soberanos: Oportunidades y Desafíos Fiscales

El grado de inversión ha reducido el costo de emisión de bonos soberanos en aproximadamente 100 puntos básicos, permitiendo a Paraguay captar USD 1.5 mil millones en 2024 a una tasa promedio del 3.85%.

Estos recursos han financiado el 70% de los proyectos de infraestructura, reduciendo la presión sobre los ingresos tributarios.

Sin embargo, la deuda pública, que alcanzó el 40% del PIB en 2024, está compuesta en un 90% por deuda en moneda extranjera, lo que expone al país a riesgos cambiarios, especialmente tras la depreciación del guaraní del 40.4% frente al dólar en la última década.

El déficit fiscal del 0.5% del PIB a abril de 2025, aunque moderado, refleja una tendencia preocupante: el incumplimiento de la meta fiscal del 1.5% durante seis años consecutivos, exacerbado por gastos extraordinarios en 2023 (1.1% del PIB en atrasos a proveedores).

El FMI advierte que, sin una movilización de ingresos domésticos, la deuda podría alcanzar el 45% del PIB para 2030, comprometiendo la sostenibilidad fiscal.

Además, los riesgos climáticos agravan la vulnerabilidad fiscal. La sequía extrema de 2025, que ha reducido el nivel del río Paraguay a mínimos históricos, ha disminuido la producción de soja (40% de las exportaciones) en un 10% estimado y la generación hidroeléctrica en un 15%, afectando los ingresos fiscales.

Este contexto resalta la necesidad de diversificar las fuentes de financiamiento y priorizar proyectos resilientes al clima.

Estrategias para un Crecimiento Sostenible

Para maximizar el impacto de la inversión pública y garantizar la sostenibilidad fiscal, Paraguay debe implementar un enfoque técnico y estratégico:

Priorización de Proyectos con Alto Retorno: Los proyectos deben seleccionarse mediante análisis de costo-beneficio basados en modelos econométricos. Por ejemplo, el Corredor Bioceánico tiene un retorno proyectado del 12% anual, mientras que los hospitales en Caaguazú y Alto Paraná generan beneficios sociales que reducen la desigualdad (coeficiente de Gini de 45 puntos).

Un fondo soberano, alimentado por los ingresos de Itaipú (USD 650 millones anuales en 2024-2026), podría reinvertir los retornos de proyectos exitosos en nuevas iniciativas.

Diversificación Económica: La inversión pública debe apoyar sectores emergentes para reducir la dependencia agrícola.

El hidrógeno verde, con un potencial de inversión de USD 500 millones, aprovecha la capacidad hidroeléctrica de Itaipú.

Los hubs tecnológicos en Asunción y Ciudad del Este pueden impulsar startups en agritech y fintech, integrando a las MIPYMES.

El turismo sostenible en el Chaco y los saltos del Monday, con una inversión inicial de USD 100 millones, puede generar 10,000 empleos.

Adaptación Climática: La sequía de 2025 exige inversiones en sistemas de riego avanzados (USD 200 millones en cinco años) y energía solar para diversificar la matriz energética, reduciendo la dependencia de la hidroelectricidad.

Un Futuro en Construcción

En 2025, la inversión pública en infraestructura, financiada por bonos soberanos, está transformando Paraguay en un país más conectado y competitivo.

Proyectos como el Corredor Bioceánico, Paracel, los hospitales en Caaguazú y Alto Paraná, y la subestación de Valenzuela son prueba de su potencial. Sin embargo, el déficit fiscal, la deuda pública y los riesgos climáticos exigen una gestión rigurosa, diversificación económica y transparencia.

Con un enfoque técnico y una visión a largo plazo, Paraguay puede convertir la infraestructura en un pilar de prosperidad sostenible, respondiendo al desafío de equilibrar crecimiento y estabilidad en 2025.