Como una larga pesadilla, llegó a su fin la era de Mario Abdo Benítez como presidente de Paraguay. A lo largo de su mandato, Marito se vio envuelto en una serie de escándalos de corrupción y mala gestión que han dejado una sombra permanente sobre su administración. Ahora, bajo la lupa de la sociedad (y se espera la actuación del Ministerio Público), el expresidente se enfrenta a la necesidad de rendir cuentas por las irregularidades que marcaron su gobierno.

Desde su primer año en el cargo, Abdo Benítez enfrentó el escándalo del acta secreta de Itaipú, que desveló un acuerdo con una empresa brasileña para comercializar energía, dejando entrever favoritismo y falta de transparencia en sus acciones. Este episodio fue solo el comienzo de una serie de problemas que minaron su credibilidad.

Durante la crisis de la pandemia por el COVID-19, las debilidades en la gestión gubernamental se volvieron más evidentes. Los millonarios recursos destinados a combatir la emergencia sanitaria, estimados en USD 1.600 millones, se vieron envueltos en una red de irregularidades y sospechas.

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La Contraloría General de la República detectó un patrón preocupante de falta de transparencia en el manejo de estos fondos. Negociaciones poco claras y transacciones sospechosas empañaron la utilización adecuada de los recursos destinados a la lucha contra el virus.

Uno de los puntos más críticos fue el plan de vacunación. Informes de la Contraloría revelaron la existencia de registros múltiples de vacunación para una misma persona, el uso de cédulas de individuos fallecidos y la aplicación indebida de dosis a personas que no estaban dentro del cronograma establecido. Estos hallazgos socavaron la integridad del proceso de vacunación y arrojaron dudas sobre la equidad en la distribución de las vacunas.

Negligencias y muertos en pandemia

La falta de coordinación en la respuesta gubernamental ante la pandemia también ha sido motivo de críticas. Expertos en salud señalan la insuficiente mejora en la infraestructura y en el personal médico, a pesar de la gravedad de la situación. Además, la falta de acceso a la nómina de trabajadores de la salud incorporados durante la crisis genera inquietudes sobre la transparencia en la gestión de recursos humanos.

Las sucesivas negligencias en el manejo de la crisis sanitaria significó la muerte de unos 20.000 paraguayos, mientras funcionarios que gozaban del favoritismo del presidente estuvieron envueltos en compras fraudulentas y sobrefacturaciones (caso Dinac, Petropar y los insumos chinos).

Otro escándalo que sacudió la administración de Marito fue el costo de la famosa “pasarela de oro” en plena crisis de la pandemia. Salpicó al ex ministro de Obras Públicas y ex candidato presidencial, Arnoldo Wiens y que hasta la fecha es objeto de críticas pues a pesar del multimillonario desembolso de más de dos millones de dólares la pasarela no es utilizada.

Crimen organizado y secuestros

Otro aspecto, que merece una profunda investigación es el aumento de la inseguridad, el avance del crimen organizado y la escasa y nula gestión que tuvo la administración de Abdo Benítez en el combate al movimiento criminal Ejército del Pueblo Paraguayo. Funcionarios privilegiados por Abdo Benítez tuvieron dudosas actuaciones en cuanto a informaciones sensibles sobre el posible paradero de los secuestrados, pero obviaron proporcionar los datos a la fiscalía e inclusive a los familiares de las víctimas.

También llama la atención su astronómico crecimiento patrimonial, luego de asumir la presidencia de la República. Como ejemplo se puede señalar la transformación que experimentó su mansión ubicada en la exclusiva manzana sobre la calle Félix Bogado de Asunción. Para observar el cambio solo hace falta mirar el mapa de Google Earth y ver en la línea de tiempo, cómo estaba en el 2018 y el aspecto que presenta en la actualidad, en las imágentes satelitales.

EL ANTES Y EL DESPUÉS DE LA MANSIÓN DE MARIO ABDO

Transparencia y rendición de cuentas

La gestión de Mario Abdo Benítez ha sido opacada por una serie de casos de corrupción y mala gestión. La detección de irregularidades por parte de la Contraloría General de la República pone de manifiesto la importancia de la transparencia, la rendición de cuentas y la gestión adecuada de recursos públicos.

Mientras la era de Mario Abdo Benítez llega a su fin, el desafío de reconstruir la confianza y la integridad en la administración pública recae sobre los hombros del nuevo gobierno. La lección aprendida a través de estos escándalos es clara: la ciudadanía exige un liderazgo transparente y responsable, capaz de priorizar el bienestar de la nación sobre cualquier interés personal o político.