¡Si en noviembre gana Trump, estaremos mejor!

El martes 5 de marzo, se llevaron a cabo elecciones internas partidarias en 15 estados miembros de la Federación Americana, como anticipo de las elecciones generales de noviembre de este año. En 14 de ellos, el ex presidente Donald Trump, aspirante por el partido Republicano, resultó ganador.

Más allá del resultado electoral, esta abrumadora victoria es una clara expresión de la actual visión ciudadana de los republicanos. En el proceso interno del Partido Demócrata, las elecciones son un mero trámite, ya que el actual mandatario Joe Biden no tiene rivales, lo que, en mi opinión, convierte este ejercicio en algo carente de emoción e impide celebrar la victoria.

La marcada diferencia entre ambos procesos internos, sí o sí, tendrá consecuencias. Mientras que entre los republicanos hay lucha, entre los demócratas no la hay. Aunque existen posiciones radicales entre sectores de la prensa, principalmente los anti Trump, la sociedad tiene muy claro que la lucha presidencial se repetirá entre Trump y Biden.

Aún falta un tiempo importante para llegar al 5 de noviembre, y cualquier variable accidental, en términos sociológicos, podría cambiar los criterios de los colegiados electorales y sufragar de tal manera que las circunstancias mediáticas ejerzan una presión política coyuntural y el resultado sea producto de la misma.

Los futuros debates presidenciales serán más espectáculo que discusión de ideas. El sistema electoral americano está totalmente mediatizado, producto de las aristas extremas de las corporaciones de comunicación. Los republicanos y demócratas eligen ver los programas que les gustan, postergando la posibilidad de generar una crítica, lo que crea una conciencia social amorfa e incapaz de dialogar. Este elemento tiende a desaparecer, lo cual desnuda la falta de un desarrollo armónico de las fuerzas políticas y enuncia un alto conflicto interno en el parlamento. ¡La ecuanimidad en jaque!

Emergiendo un nuevo escenario y propiciando un posible nuevo orden mundial, en consecuencia de este sordo proceso interno. Si Trump gana, esta hipótesis se hará más visible dada la particularidad de su forma de gobernar, ejerciendo una férrea defensa hacia los intereses del país por encima de los criterios globales.

Desde mi punto de vista, los países y los bloques emergentes acelerarán sus acuerdos que están en borrador, fundamentalmente en materia económica. Y Estados Unidos propondría una mayor relación bilateral con sus aliados. En cuanto a los criterios diplomáticos, supongo que las autoridades republicanas no buscarán intervenir en conflictos internacionales y mucho menos en los internos, lo que sería un alivio para muchas naciones subyugadas por la altanería de los representantes demócratas.

Por todo lo expuesto y más allá de mi posición personal, creo que se retornará a una política exterior basada en un mayor equilibrio y, sobre todo, en respecto a los valores propios de cada sociedad. ¡Si Trump gana en noviembre, estaremos mejor!

Juan Carlos A. Moreno Luces. Sociólogo paraguayo.