Ruta del Verano: Trinidad, una parada para conocer secretos guardados hace 300 años

A 30 kilómetros de Encarnación, sobre la PY-06, se encuentra uno de las últimas construcciones jesuíticas de los siglos XVII y XVIII, las imponentes ruinas de Trinidad, ubicada en la misma ciudad que lleva su nombre, tiene que ser una parada obligatoria para los viajantes que van desde Ciudad del Este a Encarnación o viceversa. Toneladas de conocimiento se encuentran detrás de piedras y merecen ser descubiertas.

Cada punto de las ruinas de Trinidad, es un encantamiento a los sentidos que se debe experimentar.

El equipo de La Tribuna, que se encontraba la semana pasada sobre la “Ruta del Verano”, tuvo un gran motivo de más de 300 años para llegar a este paraje ubicado en el noreste de Itapúa. Vinimos con la idea de dar a conocer a estas ruinas, que son las mejor conservadas del país y a la vez son parte del Patrimonio de la Humanidad, declaradas por la Unesco en 1993.

La experiencia es única y para acceder, primero se debe de realizar una inscripción en la oficina de Secretaría Nacional de Turismo, a la entrada del complejo turístico. Desde aquí se designan guías especiales que con mucho gusto dan una visita a las ruinas, explicando la importancia del sitio para los evangelizadores.

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Su cripta invita a bajar para conocer sus secretos, nadie escapa a la curiosidad.

Valor en cada rincón

Observado externamente, aún se puede apreciar las particularidades arquitectónicas del complejo, es así que se aprecia la Plaza Mayor, alrededor de la cual se encuentra el resto de la misión. En el lado principal se encontraba la Iglesia Mayor, el cementerio, la huerta, un patio y otros edificios; y en los lados que restan se asentaban los indígenas y el mirador.

Es importante destacar, que esta era una construcción adelantada a su tiempo, ya que la mayoría de los detalles, eran construidos en piedra labrada, además de las proporciones exactas que hacían que esta obra, en su máximo momento de esplendor sea una de las más grandes de sus tiempos en el país.

La experiencia de estar allí mismo, es como detener el tiempo y remontarnos a esos momentos de nuestra historia que aún se preserva.

Pese a tener casi 3 siglos, fue por mucho tiempo abandonado y dejado a su suerte, hasta que se decidió en la última parte del siglo XX, continuar una restauración e iniciar un constante mantenimiento del recinto de esta misión, por lo que surgió el Museo de la Misión, donde se exponen arte, piezas únicas que hacen a la expresión jesuítica de los tiempos, algunos hechas por los guaraníes y demás piezas únicas allí exhibidas.

Trinidad merece ser conocida al máximo, para eso tiene muchas opciones en posadas que esperan a los visitantes de las ruinas y esperan que también se maravillen con su rica historia.