Más que libertad de mercado, hay abuso …

Mucha reacción causó nuestro Editorial de la víspera que habló de una Navidad con olor a robo por los precios altos. Nuestro ánimo, en absoluto, es colocarnos en contra de la libertad de mercado. Menos contra la producción, el comercio y el trabajo. Simplemente buscamos alguna conciencia sobre el alto valor de algunos productos considerados ya tradicionales para la cena de Navidad y que resultan inalcanzables para la gran mayoría de las familias.


Somos conscientes que rige un mercado en que en la fijación de los precios, entre los oferentes y los demandantes, no existe ni debe existir estamento del Estado que puedan intervenir. Al menos así dice la teoría sobre libertad de mercado. Justamente por eso apelamos a los supermercadistas para que sean más considerados con la mayoría de la población. Es que hay bastante distancia entre lo que recibe el productor, el valor del producto en sí y lo que los comerciantes ganan con la venta, en la suma general de lo ofertado.


En algunos casos, la aparición de los llamados intermediarios encarecen aún más las mercancías. Aunque debemos decir que en la experiencia paraguaya, algunos de los propietarios de las grandes cadenas tienen su propio hato de ganado, incluso, hasta producción e industrialización de varios de los ofertados en sus centros comerciales. En este caso, la ganancia es mucho mayor. Pues no hay intermediarios y la producción en origen es del mismo comerciante.

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No es sólo cuestión de un debate entre economistas, sino de entrar también en los super y observar los precios. En tal caso, se deberá ingresar con una mirada más profunda para comprobar con dolor la cara de los compradores recorriendo cada stand en busca de alguna ventaja. Es más duro el espectáculo en los super de barrios o en esos ubicados en zonas populares, donde los rostros afligidos se rebuscan para cumplir con las pautas sociales que imponen las fiestas navideñas.


Ya sabemos que los economistas dirán que los precios marcan el mercado. Agregamos nomás que hay que entender que a ninguna familia paraguaya, por más pobre que sea, se puede impedir su pedazo de carne, sopa, chipa guasu y demás por las fiestas de fin de año. Mucho se habla de los robos públicos que vienen en complicidad con la clase política, sin embargo, no deja de presumir un robo también lo que pasa en los supermercados. Mal que incomode y por poco se hable de eso, es una sensación que mucho de nuestros lectores sabrán entender, por sentirlo en la propia piel.

Más que libertad de empresa, hay abuso de precios en las grandes cadenas de supermercados.