A exterminar con ideólogos y autores de actos criminales 

Hablar de Osvaldo Villalba y Luciano Argüello es hablar de altos referentes del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Ambos fueron abatidos en un enfrentamiento con la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC). Mencionarlos, además de significar un éxito en la lucha contra la criminalidad, es recordar a sus socios iniciales; los prófugos Juan Arróm, Anuncio Martí y Víctor Colmán, con refugio por Finlandia. El primero de los citados más arriba era uno de los comandantes del EPP, hermano de Carmen Villalba, recluida en la cárcel de Buen Pastor, y considerado pareja de Magna Meza (Prófuga de la justicia, con quien habría tenido un hijo, Ernesto Daniel Villalba, también habría fallecido). El segundo, convivió entre EPP y ACA, sembrando igualmente dolor y luto.

Villalba y Arguello eran pesos pesados de la delincuencia. Son parte de ese grupo que inició la industria del secuestro en el país. El plagio es mucho más que el simple cautiverio de una persona por sus captores. Ese tipo de violencia comenzó en Asunción con el secuestro de María Edhit de Debernardi. A partir de ahí se sucedieron varios sucesos muy significativos, como el asesino de Cecilia Cubas, hija del ex presidente Raúl Cubas. No sólo persiguieron a gente con dinero y poder, también dejaron caer sangre de los productores. No sólo los civiles sufrieron sus consecuencias. Hubo muertes de hasta miembros de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas..

La expresión EPP conlleva a recordar que sus integrantes quemaron hasta la subcomisaría de Hugua Ñandu (destacamento de Tacuatí), maquinarias en Kurusu de Hierro y balearon a miembros de la FOPE en Jaguarete Forest, secuestraron y mataron a Luis Lindstron, llevaron contra su voluntad al actual senador Zavala. A todo ello debemos sumar un montón de otros casos, difíciles de enumerar en un corto Editorial. Hoy siguen secuestrados un ex vicepresidente de la República; Óscar Denis, también los ciudadanos Félix Urbieta y Edelio Morínigo.

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El final de los criminales nunca fue feliz. Caer abatido o morir en prisión casi siempre son los destinos de los operan fuera de la ley. Hay demasiada sangre inocente derramada: Lo que pasó con Villalba y Arguello debe servir para que el Estado recupere la dinámica para traer de vuelta a los Arróm y compañía y rindan cuentas ante la Justicia. Carmen Villalba y Alcides Oviedo (jefes máximo del EPP) deben tener como compañeros de celdas a quienes siguen gozando de la injusta protección en Finlandia.