La proliferación de grupos criminales transnacionales se ha convertido en un flagelo para Paraguay. Hasta ahora, poco o nada se ha hecho al respecto, y hoy estamos pagando las consecuencias. Durante muchas décadas, nuestro país se ha establecido como escala de crímenes internacionales. Numerosos actores principales de estas tramas delincuenciales han elegido nuestro país como su base principal incluso.
El crimen transnacional se ha convertido en una creciente amenaza para Paraguay, poniendo en peligro la estabilidad y seguridad del país. Grupos criminales internacionales han encontrado en esta nación un terreno propicio para sus operaciones ilícitas, desde el tráfico de drogas hasta el contrabando de armas y la trata de personas. La situación se agrava debido a la falta de un régimen de cooperación efectivo con países vecinos.
Por esto, urge establecer una estrecha colaboración con naciones de la región, como Brasil, Argentina, Uruguay y Bolivia, para frenar la proliferación de estos grupos criminales. La delincuencia transnacional no respeta fronteras, y la falta de coordinación entre gobiernos solo facilita su expansión. La cooperación en materia de inteligencia, seguridad y control fronterizo es esencial para contrarrestar esta amenaza.
Además, es crucial fortalecer las instituciones locales, hacer cumplir la legislación y promover la transparencia en la gestión de recursos para combatir la corrupción, que a menudo facilita las actividades criminales. Paraguay debe tomar medidas decididas para enfrentar esta amenaza, ya que su impacto se siente en la sociedad, la economía y la seguridad nacional. El tiempo apremia, y la cooperación internacional es la clave para preservar la estabilidad y el bienestar de la nación.