Cinco años de debilidad en las relaciones vecinas y de oscura e ineficaz gestión en Yacyretá

El mandato del presidente Mario Abdo Benítez llega a su fin, dejando un amargo sabor en lo que respecta a la política exterior y la gestión de importantes entidades binacionales, en especial en lo concerniente a la Entidad Binacional Yacyreta (EBY).

Durante estos cinco años, el gobierno demostró una inquietante debilidad en sus posturas frente a los países vecinos y una preocupante falta de decisión en asuntos cruciales para el país. Un ejemplo claro de esta deficiencia es el manejo de la EBY, donde la escasa gestión y la falta de transparencia han sido la tónica.

Uno de los puntos más llamativos y controversiales de esta gestión fue la continuidad de Nicanor Duarte Frutos en el cargo de director de la EBY. A lo largo de este periodo, Duarte Frutos demostró una preocupante incapacidad para lograr avances significativos en la entidad binacional. Más allá de mantener el statu quo, que benefició desproporcionadamente a Argentina, no se logró siquiera poner en agenda la renegociación del Anexo C, cuya vigencia expiró hace ya nueve años. Esta omisión resulta imperdonable, especialmente considerando el impacto que un acuerdo equitativo podría haber tenido en los ingresos de Paraguay.

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Resulta aún más preocupante que, al despedirse de la institución, Duarte Frutos declare que la EBY se encuentra en una situación financiera caótica. Se informa que Argentina ha reducido significativamente sus transferencias mensuales, pasando de 18 a 20 millones de dólares a tan solo 10 millones.

Un aspecto particularmente cuestionable es la permanencia en funciones de un funcionario cuestionado, que percibía un sueldo considerable de casi 80 millones de guaraníes mensuales sin ejercer ninguna función aparente. Este ejemplo ilustra la falta de transparencia y la ausencia de mecanismos de control que han caracterizado la gestión de Duarte Frutos en la EBY. La falta de rendición de cuentas y el mantenimiento de una estructura plagada de amigos y planilleros han convertido a la EBY en un monumento a la corrupción, tal como lo señaló en su momento un expresidente argentino.

A medida que el país se prepara para un nuevo capítulo, es esencial que las lecciones aprendidas de esta experiencia guíen a futuros líderes hacia una política exterior más firme y una gestión eficaz en las binacionales para beneficio de la nación y sus ciudadanos.