Ojo con lo que ocurre en países con una conducción ineficiente

Los seguidores del partido Republicano celebran la victoria de sus candidatos en la elección de miembros de un Consejo Constitucional que redactarán una nueva propuesta de constitución en Chile. (Foto de JAVIER TORRES/AFP).

No somos pesimistas, al contrario, somos extremadamente optimistas, porque creemos en Paraguay. Sin embargo, nuestra expectativa positiva no nos impide ver la situación en la que se encuentran algunos países con respecto a su democracia en América Latina.

Buena parte de las naciones presentan una alta deficiencia en cuanto a la capacidad de responder a las necesidades de la sociedad. La falta de liderazgo, la ausencia de consenso entre el gobierno y la oposición, la combinación de impunidad y corrupción, y el crecimiento incontrolable del crimen organizado están socavando la democracia en el continente.

Solo para mencionar algunos ejemplos de mala conducción política, podemos citar que en cinco años, Perú ha tenido seis presidentes y actualmente tres exmandatarios se encuentran en la cárcel. En Ecuador no existe un Congreso y se ha convocado a nuevas elecciones para completar el periodo presidencial.

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El caso de Venezuela es ampliamente conocido: no hay libertad de prensa y la precariedad provoca el exilio forzado de los venezolanos. Los nuevos jefes de Estado de Colombia y Chile están experimentando una rápida caída en su popularidad. Bolivia no logra salir de las protestas sociales, y México se encuentra rodeado por el narcotráfico. Los pobres cubanos llevan años sobreviviendo porque todavía el aire es gratuito.

Ante esta situación, Paraguay no puede descuidar la realidad continental. El nuevo Gobierno debe comprender las causas de lo que sucede en la región y, sobre todo, entender por qué se está devaluando tanto la política. Puede mirar cerca, con Argentina que sufre las consecuencias de una mala gestión que se traduce en una inflación galopante y un populismo que niega la producción y el trabajo. Brasil, que vuelve con Lula, quien nunca pudo lograr el famoso «hambre cero».

El gobierno debe actuar con determinación. No debe dudar en enfrentar la corrupción y debe ser firme en su lucha contra el crimen organizado. Obviamente, también hay responsabilidad por parte de aquellos que se consideran oposición, ya que el consenso nacional debe prevalecer por encima de los intereses sectarios.

En definitiva, Paraguay necesita asegurar un futuro mejor con instituciones sólidas y eficientes, y el nuevo Gobierno debe comprender que la democracia sin pan no sirve. La ausencia de ambos elementos tiene a varios países sumidos en la incertidumbre y a los pueblos viviendo en una situación paupérrima.