Transporte público, es hora de patear el tablero

Hacer lo mismo, solo conlleva al mismo resultado. Es lo que pasa con el transporte público en Paraguay. Los responsables son las autoridades públicas y los llamados empresarios de buses. Para agregar pimienta, decimos que también son los usuarios de ómnibus.

Cuando hablamos de autoridades públicas involucramos al partido político con responsabilidad en el Ejecutivo y en el Congreso, y a toda la oposición. El primero por su cuota de inoperancia. El segundo porque no pasa de gestos populistas, sin aportar soluciones concretas en los hechos. 

Los empresarios, un término que suena hasta generoso si tratamos así a los patrones del transporte, son parte principal del mal servicio. Siempre están con la queja de que no ganan pero tampoco abandonan el negocio. Entre ellos conviven, incluso, personajes que recibieron millonarios préstamos sin la devolución debida, y que están en el rubro solo para manotear el subsidio.

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Asi las cosas, con la intención de mover conciencia, decimos que igualmente hay una parte de obligación en la ciudadanía. Si tanto el poder político y los dueños de buses vienen, año tras año, década y décadas, actuando como cómplices en el pésimo trato, entonces solo queda la reacción ciudadana para forzar el cambio a favor del usuario. Sin embargo, el pasajero soporta en silencio el maltrato.

Ya hay sobreabundancia de análisis y opiniones. Se sabe la escasez de los transportes públicos. Ni que decir en horarios nocturnos. La inseguridad es el pan diario. Todo parece indicar que en el horizonte está el camino de patear el tablero y sacar, por presión popular, de la cómoda relación en que están los burócratas públicos, los opositores oportunistas y los que se hacen llamar empresarios del transporte.

Posiblemente la solución venga cuando la misma ciudadania, sin hacer caso a esas repetidas promesas electorales, confie en su fuerza y lidere reclamos pacíficos, pero que definitivamente deben ser fuertes, contundentes y ambiciosos. Es que el éxito de la democracia precisa de una ciudadanía movilizada, más cuando viene de años el contubernio entre una burocracia corrupta y propietarios de ómnibus de la misma calaña.