ChatGPT: Inteligencia artificial que reaviva interrogantes, optimismos y pesimismos

Por Leonardo, el hurgón de la CyT

10 de febrero de 1996. El gran maestro ruso Gary Kasparov, campeón mundial de ajedrez, luce con el rostro concentrado y tomándose la cara con ambas manos. La imagen quedó grabada para la historia como el momento en que perdía la partida ante “Deep Blue”, la súper computadora creada por IBM para probar si habría supremacía de la mente robótica sobre la mente humana. Y allí estaba: por primera vez en la historia, la máquina vencía en el “juego ciencia” al ser humano.

Kasparov, el campeón mundial de ajedrez, perdió su partida ante «Deep Blue» en 1996. Fue la derrota de la mente humana frente a la mente artificial.

Aquello casi fue vivido como una anécdota. Sin embargo, sirvió para inspirar a mentes tanto optimistas como agoreras. Aquellas, abogando por el desarrollo tecnológico que permitiera una vida mejor y mejores esperanzas de vida para el mundo; éstas, para adelantar el temor a una humanidad finalmente dominada y esclavizada por las máquinas.

Unite al canal de La Tribuna en Whatsapp

Optimismo y pesimismo, dos caras que están en la misma moneda de una tecnología que no para de crecer y sorprendernos, pero tampoco termina de ofrecer las garantías absolutas para esperar que sólo pueda servir para el bien, habida cuenta la dilatada experiencia de la humanidad frente a inventos que, pensados para la paz, sirvieron más para la guerra, o creados para mejorar la vida, terminaron industrializando la muerte.

Casi 30 añ0s después de aquella partida hombre vs. máquina, la avidez por los avances en materia de inteligencia artificial se reavivó en estas últimas semanas con la aparición de un nuevo protagonista de esta aventura tecnológica.

 “En el último mes aprobó cuatro exámenes de Derecho en la Universidad de Minnesota, también logró un MBA de la Escuela de Negocios de Wharton de Nueva Jersey y está listo para ingresar a estudiar Medicina en España, donde pudo contestar con éxito un 75% de respuestas del exigente examen de esa carrera… No, no estamos hablando de un o una estudiante excepcional, sino de un modelo de inteligencia artificial que está sacudiendo nuestras creencias sobre cómo se genera y obtiene conocimiento en una era donde la humanidad está cada vez más mediada por la asistencia de la tecnología. Hablamos de ChatGPT (por las siglas en inglés de Chat Generativo Previamente Entrenado), el concepto que se robó las conversaciones del verano y mandó a hibernar al Metaverso y a las criptomonedas”

Así comienza diciendo la periodista Martina Rua en un artículo publicado días atrás en el Diario La Nación, de Buenos Aires. La estrella presentada es el ChatGPT, el más reciente boom tecnológico que está revolucionando ideas y sugiriendo profecías sobre una de las más desafiantes aventuras científicas de la humanidad en este cuarto de siglo: la Inteligencia Artificial (IA).

Lanzado oficialmente en noviembre último, el ChatGPT logró atraer y sumar más de un millón de usuarios en sus primeros 5 días de vida. El ritmo de visitas y suscripción en el sitio que lo alberga en la red de redes – https://chat.openai.com/auth/login – no ha parado desde entonces y se han multiplicado exponencialmente en las redes sociales las experiencias de quienes entraron en diálogo con la máquina para preguntar cosas desde tan insignificantes como el sabor que tendría alguna mezcla insólita de bebidas, hasta pedir artículos sobre un hecho político puntual como el golpe de estado que pretendió dar el ex presidente Castillo en Perú, pasando por las preguntas sobre temas polémicos como el COVID o las siempre divergentes miradas respecto a las soluciones económicas para la humanidad.

Inteligencia artificial, ¿amiga o enemiga?

Las interrogantes filosóficas y éticas sobre la ciencia y la tecnología preceden a este nuevo eslabón de los avances en la humanidad, pero se multiplican y reajustan con las posibilidades que hoy día se van sumando en cuanto a la inteligencia artificial aplicada a diferentes ámbitos de la vida de las personas y la sociedad en su conjunto. Numerosas voces, como la de Michelle Bachelet desde su tarea como Alta Comisionada de DD HH en la ONU, han advertido la necesidad de que los avances en materia del uso de inteligencia artificial sean acompañados por avances efectivos, también, en materia de salvaguarda de derechos que pudieran quedar notoriamente afectados por la tecnología.

La IA aplicada en el derecho ha suscitado mucho interés, pero también ha traído ya experiencias preocupantes de sesgos y vulneraciones de derechos basadas en ellos cuando, con sus bibliotecas internas cargadas todavía bajo mecanismos manejados por personas y grupos, los resultados de una decisión judicial podrían estar permeados por visiones discriminatorias o simplemente “ajustadas” a cierta manera de pensar y concebir las cosas, diferentes a otras también existentes o también legítimas. La panacea de un sistema judicial que evite, combata sistemáticamente o termine por superar históricamente la mora en su actuación no debiera evitar pensar que dicha automatización jurisdiccional pudiera quedar irremediablemente contaminada por dichos sesgos. A nivel internacional, juristas de todo el mundo incluso han lanzado una declaración “En defensa de la Democracia y el Estado de Derecho en la Era de la Inteligencia Artificial”, como una contribución a la reflexión acerca de esta temática.

En el ámbito del periodismo, si bien se podrá tener desde sencillos hasta complejos artículos para medios hechos en base a “redacciones” protagonizadas por máquinas, esto no solo podría deshumanizar la mirada, sino, abordando cuestiones más prácticas y fácticas, se constituirían en verdaderos atropellos a derechos autorales de los periodistas cuyos textos, cargados en las memorias de los robots, terminan generando dichos productos. Los retos de la IA para el periodismo son abordados también en un esclarecedor artículo publicado por la Fundación Gabo, de recomendable lectura.

En términos generales, las redes sociales están inundadas en estos días de tutoriales y recomendaciones para mejor acceso y uso del robot estrella. Vale la pena explorar, como vale la pena mantener el debate y el análisis con criterio sobre todas las aristas y consecuencias posibles, deseadas o no, del incremento notable del impacto tecnológica en nuestras vidas, en nuestras sociedades.

El nuevo robot de IA no atiende llamadas desde Paraguay

Los  que quieran suscribirse como usuarios desde Paraguay, sin embargo, no la tendrán tan sencillo, al menos por ahora. El robot de moda no atiende llamadas telefónicas desde Paraguay. Sin quedar muy claro el motivo de esta “discriminación” (probablemente asociada a su fase de lanzamiento donde aún deben priorizar y cuidar cuestiones de tráfico), lo cierto es que al incluir uu número de móvil con IP de Paraguay, el robot dice “nones”… y hay que seguir “participando”… Los ratones de biblioteca internética ya encontraron la solución, o varias, disponibles en las redes sociales: comprarse un número telefónica de otro país sí aceptado, o otras variables que pueden encontrarse a lo largo y ancho de la red.

Inteligencia artificial, si… pero…

No obstante esto, sin dudas que ChatGPT está concentrando atención y expectativa. No es el primer robot de inteligencia artificial creado ni disponible en la red. Pero cual rockstar, vino precedido de fama, acompañado de marketing bien dirigido y una necesaria viralización para generar ansias de usarlo. La maquinita se hace desear. Y quienes quieran usarla, incluso ahora, a un mes de su lanzamiento, podrán tener ya la versión paga, con mayores “exclusividades” o privilegios.

Finalmente, la inteligencia artificial no desdeña aquello que está en la base misma de la naturaleza de la sociedad: su base económica. En este caso, también, usando (y abusando) los conocimientos desarrollados y perfeccionados por la mente humana en materia de economía y mercadeo… que para eso, podrá ser todo lo inteligente que fuera con sus chips y neuronas de metal, pero sin la mente humana y sus creaciones, no habría llegado a donde está. Aunque el desafío es, más que nada hoy, hasta donde más podrá ir la Inteligencia artificial sin la inteligencia humana dándole soporte. Una interrogante que aún sigue abierta. Así de simple.