El grito de corrupción se genera en momentos de negociaciones con Brasil y Argentina

El grito norteamericano de corrupción en Paraguay favorece a los vecinos Brasil y Argentina. Con el primero se tiene la renegociación del Anexo C y con el segundo está el peaje en la Hidrovía. Esa voz pública asemeja a esas publicaciones de la prensa de los vecinos anunciando maliciosamente que había aftosa en el país en tiempos que se negociaba la venta de la carne nacional fuera del Cono Sur.


Aunque debe decirse que mucho de esa imagen deteriorada empeora por la debilidad diplomática: Es como que no existe un Ministerio de Relaciones Exteriores. Hasta ahora no se conoce una posición oficial firme para el recupero de la energía paraguaya que produce Itaipú, y que ella sea usada, como debe ser, internamente para desarrollar la industria local. El silencio del Gobierno beneficia a Brasil, que tiene su plan de pagar más nomás como presunta compensación para continuar libando con la energía paraguaya.


El mutismo de quiénes dirigen la política internacional, o en todo caso tibia o fría reacción, es evidente con lo que pasa con los productos nacionales que deben abonar un monto por el paso por los ríos Paraguay y Paraná y llegar al mar. Argentina hace lo que quiere y no hay postura sólida a favor de los emprendedores locales. Como si eso fuera poco, el Gobierno encamina ceder energía al vecino país, ignorando la propia realidad de cortes constantes y el abuso que paga el usuario guaraní.

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La corrupción es una realidad. Eso no se puede negar. ¡Es imposible! Su vigencia es peor o igual como es en Brasil y Argentina. De hecho, es un robo lo que hace el primero usando por bajo costo la energía paraguaya, como lo es igualmente la renta que genera Argentina en la Hidrovía a costa de los productores nacionales. Sin negar la corrupción, al contrario, esperando el firme castigo a propios y extraños, lo que estamos advirtiendo es que el grito de los Estados Unidos sobre la corrupción se produce justo cuando se viene la renegociación en Itaipú y los porteños mantienen sus argucias para continuar jodiendo al país.


Sin embargo, y en eso debemos ser contundente, la fragilidad diplomática es la principal aliada de brasileños y argentinos. Eso golpea, como daña igualmente esa imagen de Estado corrupto señalado por los Estados Unidos. Son situaciones que se dan en momentos que deben negociarse o debatirse cuestiones vitales para el futuro de la República, como son el caso de la Itaipú Binacional y la Hidrovía Paraguay/Paraná.

Con una diplomacia ausente, inexistente, liderados por un ministro de Relaciones y un Ejecutivo, Brasil se aprovecha para seguir creciendo con nuestra energía, y Argentina, siempre avivada, nos cobra hasta el saludo.