El pronunciamiento de Marco Rubio, futuro secretario de Estado de los Estados Unidos, ante el Senado norteamericano sienta una interesante base para las nuevas relaciones bilaterales con Paraguay. Al calificar a nuestro país como un aliado estratégico en la región, Rubio no solo reconoció la coherencia de Paraguay en la defensa de los valores democráticos, sino que puso en evidencia su rol clave en un contexto geopolítico cada vez más tenso.
La mención de Rubio no es fortuita. Paraguay se ha mantenido firme en su respaldo a Taiwán, aun cuando ello conlleva un alto costo para los exportadores paraguayos que ven en China continental un mercado potencial. Esta decisión, sustentada en principios, demuestra la valentía de un país pequeño que no cede ante las presiones de una potencia global. La postura paraguaya, además, contrasta con la actitud de otros países de la región que, en busca de beneficios económicos inmediatos, han abandonado sus compromisos históricos con la democracia.
El mensaje del presidente Santiago Peña, agradeciendo públicamente el reconocimiento de Rubio, resalta la disposición de Paraguay para seguir siendo un socio confiable de Estados Unidos. Sin embargo, la mención de Rubio no debe quedarse en una declaración diplomática. Paraguay necesita respaldo tangible en áreas críticas como la defensa, el desarrollo económico y la tecnología para poder mantener su papel estratégico en la región.
Rubio afirmó que Estados Unidos necesita un Paraguay fuerte, y no podría tener más razón. Paraguay es un “estado tope” que históricamente ha sido tratado de manera injusta por sus vecinos gigantes, Brasil y Argentina, en negociaciones comerciales y diplomáticas. Este reconocimiento debe implicar un compromiso efectivo por parte de Estados Unidos para proporcionar los recursos y la colaboración necesarios para que Paraguay pueda equilibrar las fuerzas en su entorno regional.
En términos de defensa, el país requiere urgentemente mejor equipamiento y capacitación para garantizar la protección de su soberanía. En el ámbito económico, un Paraguay más robusto será también un contrapeso valioso en una región donde las influencias autoritarias buscan ganar terreno.
La intervención de Rubio también abordó otros temas críticos de la región, como la situación de Venezuela y su creciente dependencia de actores externos como Irán. En este marco, la mención a Paraguay como aliado estratégico cobra aún mayor relevancia.
Estados Unidos tiene la oportunidad de demostrar que valora a sus aliados no solo con palabras, sino con hechos. Paraguay, por su parte, debe aprovechar este respaldo para consolidarse como un actor relevante en la defensa de la democracia y la estabilidad regional.
Nuestro país ha dado muestra de su firmeza y coherencia en un escenario global que se complica cada día más. El reconocimiento de Rubio sin duda es un gran paso, pero esperamos que con la administración Trump este respaldo se materialice en acciones concretas. Los retos que enfrentamos como nación requieren algo más que elogios: necesitamos alianzas sólidas que incluyan inversión, transferencia tecnológica y apoyo en defensa.