Con politiquillos de cuarta como ministro, será difícil una Educación de calidad

Una mirada rápida sobre algunos de los ministros de Educación que pasaron desde la caída de Stroessner dará una lectura cercana que en verdad la enseñanza de calidad es lo que menos interesa en el Paraguay. Cada presidente de la República que pasó, más el actual, lo primero que hizo fue nombrar a políticos, que en una nación seria no podían llegar al cargo. Una mayoría de quienes ocuparon el puesto portaron una conducta politiquera usando el Ministerio como catapulta. Así las cosas, el fracaso es un hecho seguro. Sin embargo, poco o nada se habla de eso.


Observando detenidamente quiénes fueron ministros en este espacio democrático dará una apreciación de por qué la educación es mala en Paraguay. Ya el propio Rodríguez colocó en el cargo a politiqueros, como Ángel Roberto Seifart, Hugo Estigarribia Elizeche (La palabra de un general valen más que mil leyes) y mismo Horacio Galeano Perrone, que fue una suerte de comodín en varios gobiernos.


Qué educación podría mejorar o crecer con Nicanor Duarte Frutos, por ejemplo. Es un claro ejemplo que utilizó el puesto para pelear luego por la Presidencia de la República, obvio, y salir de su extrema pobreza. La misma Blanca Ovelar, cuyo sueño de ser gobernante se tranco cuando perdió las elecciones. Víctor Ríos llegó de la mano de Lugo, y hoy – mediante astucia, lobby y cabildeo- es miembro de la Corte Suprema de Justicia.

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El actual presidente colocó nada menos que a Eduardo Petta. Luego fue de mal en peor dando el cargo a Juan Manuel Brunetti, hoy candidato a la Vicepresidencia de la República, quien dejó en su reemplazo a su propio secretario, Ricardo Zárate. Seamos serios para responder, y hagamos sin temor: ¿Es posible con esos nombres conseguir una educación de calidad y excelencia?. Posiblemente la respuesta, honesta, sea un rotundo no.


En éste período de Gobierno ya no hay más mucho por hacer. Las actuales discusiones polarizadas, el fanatismo hacia un lado u otro y el dogmatismo de un sector a otro sobre la llamada transformación educativa, al final, son meros cuentos dispersivos, sino se entiende que el mal se inicia con ministros que jamás pudieron ser nombrados. ¿O mentimos?. Volvemos a repetir, sin embargo, poco o nada se habla de esos activistas partidarios que llegan al Ministerio de Educación.

A días de las internas partidarias, solo falta abrigar esperanza que el Gobierno que venga en el 2023 elija un mejor ministro de Educación. La discusión actual sobre la transformación educativa es meramente llevar el debate hacia algunas de las consecuencias cuando no se parte del ideal de tener la persona capaz para el cargo. La causa y base de la Educación comienza colocando en la cartera del Ministerio de Educación a un hombre o una mujer que sepa de educación, y no a politiquillos de cuarta categoría, que encima mal utilizan el honorable cargo para saltar hacia otros escalones dentro de la administración pública.