Parte de la Unión Europea quiere avanzar con el acuerdo con el Mercosur

Una parte de la Unión Europea (UE), formada por cuatro países, quiere avanzar con el acuerdo con el Mercosur, independientemente de los planes previstos para la cúpula del bloque del viejo continente. Por ahora, la resistencia de Francia y las elecciones al Parlamento Europeo programadas para junio, con la posterior renovación del brazo ejecutivo de la UE, hacen que cualquier avance del acuerdo este año sea prácticamente imposible.

Sin embargo, un artículo publicado por el diario brasileño, Folha de S. Paulo, destaca que el bloque económico formado por Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein cambió su estrategia con respecto a las negociaciones de un acuerdo comercial con el Mercosur y decidió no esperar más la conclusión de las conversaciones entre los países sudamericanos y la Unión Europea.

El artículo, firmado por el columnista, Ricardo Della Coletta, señala que «con ello, la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio) comunicó al Mercosur su interés en continuar con el acuerdo de manera independiente de las negociaciones entre los sudamericanos y la UE.

El principal indicio en esta dirección fue la programación de una reunión presencial entre los negociadores de ambos bloques en Buenos Aires, prevista para mediados de abril; el proceso estaba prácticamente paralizado y los diplomáticos habían estado realizando conferencias virtuales sin una periodicidad definida.

Antes del futuro encuentro en Argentina, parlamentarios de Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein realizarán, entre el miércoles (20) y el viernes (22), una visita a Brasil precisamente para defender la conclusión del acuerdo, dice Folha.

La delegación deberá tener una reunión con el vicepresidente Geraldo Alckmin, quien también es ministro de Mdic (Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios).

También están programadas reuniones en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en el Ministerio de Medio Ambiente, además de encuentros con los presidentes del Senado, Rodrigo Pacheco (PSD-MG), y de la Cámara de Diputados, Arthur Lira (PP-AL).

Menos destacado, el entendimiento inicial entre el Mercosur y la EFTA se alcanzó en 2019, aproximadamente dos meses después del anuncio del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el bloque formado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.

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EL PRONÓSTICO ES ALENTADOR

En ese momento, cuando se anunció la conclusión de las negociaciones, las estimaciones del entonces Ministerio de Economía indicaban que el acuerdo Mercosur-EFTA representaría un aumento del PIB (Producto Interno Bruto) brasileño de 5.200 millones de dólares en 15 años.

El equipo económico también preveía un aumento de 5.900 millones de dólares en las exportaciones brasileñas y de 6.700 millones de dólares en las importaciones, lo que totalizaría un incremento de 12.600 millones de dólares en el comercio exterior de Brasil, destaca el columnista.

En un primer momento, ambas negociaciones enfrentaron los mismos problemas. Los países de la EFTA, especialmente Noruega, veían en la política ambiental del gobierno del ex presidente Jair Bolsonaro (PL), marcada por la desregulación y el avance de la deforestación, un obstáculo para la conclusión de las conversaciones.

En agosto de 2019, la entonces primera ministra de Noruega, Erna Solberg, llegó a declarar en una entrevista que el tratado llegaba en un «momento terrible» debido a una ola de incendios en la Amazonia.

Incluso después del inicio del mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva (PT) en 2023, el tema avanzó poco. La principal razón era que la EFTA había decidido esperar el desenlace del acuerdo UE-Mercosur. Dado que el texto refleja una serie de términos y artículos del tratado con la Unión Europea, mucho más amplio y prioritario en ese momento para el Mercosur, la EFTA no veía sentido en llevar a cabo negociaciones de forma paralela.

La percepción cambió con las sucesivas declaraciones del presidente de Francia, Emmanuel Macron, en contra del acuerdo UE-Mercosur. A finales del año pasado, Macron calificó el tratado de «anticuado». «Si no puedo explicarlo a ningún europeo, no lo defenderé internacionalmente», dijo Macron en el momento de la reunión climática global de la ONU (COP) en los Emiratos Árabes Unidos.

Pocos días después, el gabinete de Macron afirmó que los europeos no cerrarían el tratado con el Mercosur.

A SUPERAR EL PRINCIPAL OBSTÁCULO: FRANCIA

La resistencia de Francia y las elecciones al Parlamento Europeo programadas para junio, con la posterior renovación del brazo ejecutivo de la UE, hacen que cualquier avance del acuerdo este año sea prácticamente imposible, según los negociadores. Con este diagnóstico, los negociadores de la EFTA informaron a principios de este año a los miembros del Mercosur que aceptaban «adelantarse» a la Unión Europea.

El embajador de Noruega en Brasil, Odd Magne Ruud, dijo a Folha que el acuerdo Mercosur-EFTA impulsará la cooperación comercial y económica entre el bloque sudamericano y su país, «fortaleciendo el comercio internacional de manera significativa».

«Estamos satisfechos con el acuerdo ya negociado. Es importante destacar que negociamos de forma independiente de la Unión Europea y esperamos que las negociaciones entre el Mercosur y la EFTA se concluyan rápidamente», dijo.

Según estimaciones del bloque europeo, el volumen comercial entre la EFTA y el Mercosur aumentó casi cuatro veces en veinte años, alcanzando los 7.400 millones de euros (unos 40.450 millones de reales) en 2023.

Noruega actúa como coordinadora, por el lado europeo, de las negociaciones con el Mercosur. Del otro lado, el mismo papel lo ejerce Argentina.

Para el gobierno de Brasil, la disposición de la EFTA también se vio como una oportunidad de enviar un mensaje político a la Unión Europea: que el Mercosur está abierto a cerrar acuerdos comerciales con otros socios. En diciembre, los sudamericanos anunciaron la conclusión de un acuerdo de libre comercio con Singapur.

LAS BARRERAS NO SON INSUPERABLES

Según personas que siguen las negociaciones y que fueron consultadas por Folha, aún hay asuntos pendientes sobre la mesa en relación con la EFTA, pero las barreras no se consideran insuperables.

Hay puntos abiertos en temas como compras gubernamentales (que trata sobre la posibilidad de que empresas europeas participen en licitaciones en los países del Mercosur y viceversa), acceso a mercados, medio ambiente, reglas de origen y administración de cuotas arancelarias.

En el capítulo ambiental, uno de los principales puntos conflictivos en las negociaciones con la Unión Europea, Brasil espera que los delegados de la EFTA presenten una propuesta de texto en la reunión de abril en Buenos Aires.

Otro punto a favor es que el proceso de ratificación del acuerdo es más simple que el de la Unión Europea. En la UE, el texto requiere, además de la aprobación de la Comisión Europea, la aprobación del Parlamento Europeo. Gran parte del tratado necesita el apoyo de los Legislativos de los 27 estados miembros, un requisito que puede hacer que el proceso se alargue durante años.

En el caso de la EFTA, el trámite es similar al del Mercosur. Los líderes firman el documento finalizado, que luego se envía para su ratificación en los respectivos Parlamentos. Un potencial complicador es Suiza, que tiene un intrincado sistema de referendos para aprobar tratados comerciales.