Oportunidad histórica: el Anexo “C”


Diariamente, desde hace ya un buen tiempo, se lee y escucha en medios nacionales el tema “Anexo C” del tratado de Itaipu. Sin embargo, pocos se han tomado el tiempo de hacer saber a la ciudadanía de qué se trata, que es lo que busca nuestro país, por qué es tan importante para los intereses del Paraguay y por qué representa una necesidad modificar sus términos.


El Tratado de Itaipú, firmado entre Paraguay y Brasil en 1973, ha sido un tema recurrente de debate y controversia en la relación bilateral entre ambos países. En particular, el «Anexo C» de este tratado, que regula la distribución de energía eléctrica generada en la represa de Itaipú, ha sido objeto de intensas discusiones. Y es que no es para menos; pues este anexo establece las bases de prestación de los servicios que provee Itaipú, es decir, establece las condiciones bajo las cuales Paraguay y Brasil acordaron compartir la energía generada por la represa de Itaipú.

Durante décadas nuestro país ha sostenido que este anexo, el último de los tres que componen el acuerdo, otorga un trato ventajoso y de preferencia a los intereses del Brasil. Obviamente esto ha representado una significativa pérdida de ingresos para el Paraguay. Según se sabe, desde la entrada en funcionamiento y hasta el día de la fecha, nuestro país solo ha logrado aprovechar el 8,9% de la producción energética de la hidroeléctrica, y solo el 17,9% de lo que le corresponde. El resto, nada menos que un 82,1% de la energía ha sido cedida al Brasil. En el tratado se había establecido un acuerdo de “compensación” por cesión de energía por cada MWh, sin embargo esta resultó ser por demás injusta. Se calcula que en promedio el precio pagado por Brasil por cada MWh al Paraguay habría rondado unos 4 USD.

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Sin duda, aunque el gobierno anterior ha fracasado en su misión de defensa de la soberanía energética, al cumplirse los 50 años de la suscripción del tratado, este nuevo gobierno se encuentra ante la magnífica oportunidad de marcar un hito en la historia del Paraguay, haciendo valer sus derechos largamente socavados. Es momento de superar la barrera que implicaban los delicados momentos históricos en que fue suscrito el tratado y por fin, gozar plenamente del producto de la binacional.

La reivindicación de Paraguay en relación con el Anexo C se centra en la búsqueda de un trato más equitativo en la distribución de la energía eléctrica producida por Itaipú. Paraguay busca renegociar los términos del acuerdo para obtener un precio justo por la energía que le corresponde y para garantizar una participación más activa en la gestión de la planta hidroeléctrica. Después de todo, nadie puede desconocer que el reclamo de un pago justo es una cuestión de soberanía extendida al campo energético. Al Paraguay no le queda otra opción que hacerse respetar.


Por eso, la reivindicación del Anexo C por parte de Paraguay no solo se trata de obtener una compensación económica más justa, sino también de avanzar hacia una mayor soberanía energética. La capacidad de Paraguay para gestionar y utilizar su propia energía de manera eficiente es esencial para su desarrollo sostenible y su independencia en materia energética. De lo contrario, de qué nos sirve alardear de ser condóminos de la segunda hidroeléctrica más grande del mundo, cuando hasta ahora hemos sido tratados como simples socios minoritarios, sin derechos de decisión.


La idea de los paraguayos es que podamos disponer y gozar plenamente de nuestra energía. Cubrir todas las necesidades eléctricas de nuestro país es la meta. Respecto al excedente, el objetivo es venderlo al Brasil, terminando de este modo con la cesión en concepto de “compensación”. Está muy claro que luego de 50 años, ya nada hay que compensar.


El día de ayer, el Presidente Santiago Peña designó a los nuevos miembros del Consejo de Administración de Itaipú Binacional, quienes tendrán a su cargo la renegociación del famoso Anexo C. Estos compatriotas deberán ser los artífices de uno de los mayores actos de heroísmo en tiempos de paz de la historia del Paraguay, logrando la recuperación del territorio energético que nos ha sido despojado.