Estadísticas gubernamentales  versus la realidad concreta

Debatir sobre costo de vida y pobreza requiere más que frios números, pasión por la verdad, sentimiento por el prójimo y compromiso con la Patria. Es que con el maquillaje o intento de camuflage, sólo se termina engañando al país.

Somos conscientes en La Tribuna que discutir resultados de los datos técnicos, producto de una investigación carecería de objetividad. También somos conscientes que cuando los mismos son sometidos a un coloquio en base a la percepción de la realidad, por lo general, casi siempre, afloran dudas. 

Nadie debe enojarse, pero se sabe que cuando existe una carga política para justificar decisiones ideológicas y económicas, por lo general, se marcan la tendencia del objetivo real. Eso en la jerga estadística, se denomina ‘maquillaje’, lo cual indica que dicho término es real y su utilización es casi corriente. 

Unite al canal de La Tribuna en Whatsapp

Es difícil negar que los procesos de información basados en estadísticas, se han devaluados y no por culpa de la matemática propiamente dicha. Si no por la vulnerabilidad del propio concepto. Eso es así al ser tomado como una herramienta, que exige una modificación constante dentro de un proceso histórico. 

Si estructuramos una investigación gubernamental debemos partir de datos históricos, si bien el instrumento de recolección de información, siempre será objetivo, pero su ponderación podrá variar y ello conllevará sí a una variación. Esta fórmula es casi imperceptible y puede hacer que la radiografía de una determinada encuesta se acerque o se aleje. 

No es casual que los gobiernos de todo el mundo sean parte de las investigaciones internacionales dentro de su territorio. Eso pueden usar y justificar a su favor el Banco Central del Paraguay y la Dirección Nacional de Estadísticas.

Ciertamente también en toda duda surgida por los datos sobre la realidad, los analistas también las exponen desde sus propias perspectivas o sobre conveniencia del poder político de turno. Además, a nadie escapa que no exista nada más claro que la percepción social. Pues es lo que siente, en carne y hueso, la mayoría ciudadana.

Una encuesta es una radiografía de un momento en la historia. El costo de vida es algo más cotidiano. En ambos casos, la realidad trasciende más allá de cualquier cifra o resultado, pues es una interpretación individual del presente, a veces basada en el pasado, acompañada de una visión hacia el futuro.  

Contrastar la realidad igualmente requiere además de números, un análisis (o un sentir) que abarque una perspectiva social, lo que lo hará más comprensible y por sobretodo más justo.

Creemos, equivocados tal vez, que habrá de doler mucho más al sector vulnerable que las políticas de medición sobre costo de vida y pobreza se quieran justificar alejados de la realidad. Todo eso – tal vez- para maquillar una gestión de Gobierno que se está yendo. Como sea, afirmar que hay deflación en Paraguay (junio pasado) y que bajó la pobreza es tomar de tonta a la población, encima con dinero público. Eso duele!!