Paraguay enfrenta un desafío estructural que limita su desarrollo económico y social: la alta informalidad laboral. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), cerca del 70% de los trabajadores paraguayos operan en la economía informal, sin acceso a seguridad social, contratos formales ni beneficios laborales. Esta situación no solo perpetúa la precariedad, sino que también debilita la sostenibilidad del sistema de pensiones, un pilar clave para garantizar la estabilidad económica de los ciudadanos en su vejez.
Desde mi perspectiva la privatización y reforma del sistema de pensiones es la salida al problema como en anteriores columnas lo vengo sosteniendo, pero a esto debemos agregar políticas que incentiven la formalización, que pueden ser herramientas poderosas para abordar este problema.
A continuación, propongo un enfoque basado en los principios de libertad individual, mercado competitivo y responsabilidad personal, inspirado en experiencias exitosas como la de Chile, pero adaptado al contexto paraguayo.
La informalidad laboral en Paraguay es un reflejo de un mercado laboral rígido, regulaciones excesivas y un sistema de seguridad social que no responde a las necesidades de una economía dinámica.
Los trabajadores informales, que incluyen desde vendedores ambulantes hasta pequeños emprendedores, enfrentan barreras para integrarse al sector formal: altos costos de cotización al Instituto de Previsión Social (IPS), trámites burocráticos y una percepción de que los beneficios de la formalidad no justifican los costos.
Esta exclusión masiva no solo limita el acceso a pensiones, sino que también reduce la base de cotizantes, poniendo en riesgo la sostenibilidad financiera del sistema previsional, el objetivo es maximizar la libertad individual y minimizar las intervenciones estatales que distorsionan el mercado.
La reforma del sistema de pensiones y la reducción de la informalidad deben centrarse en tres pilares: incentivos económicos para la formalización, privatización del sistema de pensiones y simplificación regulatoria.
La privatización del sistema de pensiones, inspirada en el modelo chileno de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), puede ser un motor para reducir la informalidad.
En este modelo, los trabajadores contribuyen a cuentas individuales gestionadas por entidades privadas que invierten los fondos en el mercado, generando rendimientos a largo plazo.
A diferencia del sistema actual del IPS, basado en un esquema de reparto que depende de los aportes de trabajadores activos para pagar a los jubilados, la capitalización individual alinea los incentivos: cada trabajador ahorra para su propio futuro, lo que fomenta la responsabilidad personal y reduce la carga fiscal sobre el Estado.
En Paraguay, implementar un sistema de AFP requeriría una transición gradual. Los trabajadores actuales del IPS podrían optar por mantener sus aportes en el sistema de reparto o migrar a cuentas individuales, mientras que los nuevos ingresantes al mercado laboral se incorporarían automáticamente al sistema privado.
Las AFP competirían por ofrecer mejores rendimientos y menores comisiones, lo que beneficiaría a los trabajadores y dinamizaría los mercados de capitales paraguayos. Este sistema, al ser más transparente y vinculado al esfuerzo individual, podría atraer a trabajadores informales que actualmente ven al IPS como un sistema opaco y poco confiable.
Para que la privatización de las pensiones fomente la formalización, es crucial reducir los costos asociados con el empleo formal. Actualmente, las cotizaciones al IPS representan un porcentaje significativo del salario (9% del trabajador y 14% del empleador), lo que desincentiva la contratación formal, especialmente en microempresas y sectores de baja productividad como la agricultura y el comercio informal. Una reforma en mi esquema debería incluir:
- Reducción de cotizaciones obligatorias: Establecer un esquema de contribuciones progresivas para trabajadores de bajos ingresos, permitiendo aportes mínimos que no representen una barrera para la formalización. Por ejemplo, los trabajadores informales podrían contribuir con un porcentaje reducido (2-3%) a sus cuentas individuales, ajustado a sus ingresos reales.
- Subsidios temporales para la transición: El Estado podría ofrecer incentivos fiscales a las empresas que formalicen a sus trabajadores, como exenciones temporales en las contribuciones patronales. Esto es particularmente relevante para las micro y pequeñas empresas, que representan una gran parte de la economía paraguaya.
- Flexibilización laboral: Simplificar las regulaciones laborales para facilitar la contratación formal, como ampliar los períodos de prueba y permitir contratos flexibles que se adapten a las necesidades de los trabajadores independientes y cuentapropistas, quienes constituyen una gran parte del sector informal.
La burocracia es un obstáculo significativo para la formalización en Paraguay. Los trámites para registrar una empresa o afiliarse al IPS son complejos y costosos, especialmente para pequeños emprendedores.
Una reforma debe priorizar la eliminación de barreras administrativas, implementando plataformas digitales para la inscripción y gestión de aportes previsionales. Por ejemplo, un sistema en línea que permita a los trabajadores independientes declarar sus ingresos y realizar aportes mínimos a sus cuentas individuales podría captar a una gran cantidad de informales.
Además, la educación financiera es esencial. Muchos trabajadores informales desconfían del sistema de pensiones debido a la falta de información sobre sus beneficios. Las AFP, en competencia, podrían desarrollar campañas educativas para explicar cómo las cuentas individuales generan rendimientos a largo plazo, fomentando una cultura de ahorro y responsabilidad personal. El Estado, por su parte, debería garantizar un marco regulatorio sólido que supervise a las AFP, asegurando transparencia y protección para los afiliados.
Un sistema de pensiones privatizado, combinado con incentivos para la formalización, podría reducir la informalidad laboral en Paraguay al menos en 10 puntos porcentuales en una década, según proyecciones basadas en experiencias regionales.
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La capitalización individual no solo mejora la cobertura previsional, sino que también impulsa el crecimiento económico al canalizar ahorros hacia inversiones productivas, como infraestructura y empresas locales.
Sin embargo, hay desafíos importantes. La transición del sistema de reparto al de capitalización individual requiere un costo fiscal inicial para cubrir las pensiones de los actuales jubilados, lo que podría ser financiado mediante una combinación de deuda pública y ahorros derivados de la eficiencia del nuevo sistema.
Además, la alta informalidad en sectores como la agricultura (87% de informalidad) exige políticas complementarias, como el apoyo al cooperativismo y el acceso a microcréditos para emprendedores.
La informalidad laboral en Paraguay es un problema complejo e histórico pero una reforma del sistema de pensiones basada en la privatización y la capitalización individual puede ser un catalizador para su reducción. Al alinear los incentivos económicos, simplificar regulaciones y fomentar la responsabilidad individual, esta reforma no solo garantizaría pensiones más sostenibles, sino que también integraría a millones de trabajadores al sector formal, promoviendo un mercado laboral más dinámico y equitativo. El éxito dependerá de un diseño cuidadoso, una transición bien planificada y un compromiso con la libertad económica como motor del desarrollo.