Sí o sí, Paraguay precisa un gobierno capaz y eficiente

Llegó el Día D. En pocas horas más se sabrá quien será la persona que dirigirá la Nación en el quinquenio 2023/2028. Ese ciudadano debe saber que tiene sobre sí una altísima responsabilidad. Su deber es con el pueblo paraguayo. Ya tiene poco margen para seguir en lo mismo de siempre. Debe hacer bien las cosas. La gente no está para aguantar la insuficiencia.

La ciudadanía que vota hoy es la que sintió la dictadura, la que vivió la transición democrática y quienes por primera vez emitirán sus votos. Una observación rápida hará ver que en medio de las libertades públicas y de prensa, hay un deterioro de la calidad de vida, en varias áreas.

El Paraguay no puede continuar en ese ejercicio de las elecciones que sean simples rituales. Se convocan a comicios presidenciales cada cinco años para que la realidad país camine a tientas. Eso ya no debe permitirse. Un gobierno ineficiente no sólo descuida su razón de ser; cuidar del pueblo, sino que termina golpeando a la misma democracia.

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Quien sea el ganador debe entender que la gente ya no tiene tanta paciencia para esperar el 2028 para ver si recién ahí habrán de mejorar la seguridad, la salud y la educación pública. Ya hay poca tolerancia para esperar otros cinco años más y que -por fin- en ese año los que tienen el control del Estado muestren condiciones para generar un ambiente donde el sacrificio, el estudio y la honestidad tengan posibilidades de éxitos.

El ganador de las justas electorales debe comprender que la sociedad paraguaya ya no será tan permisiva. Si en corto tiempo no demuestra liderazgo y muestre indicios de gestión eficiente, está sujeto a una reacción popular. Sonará duro el Editorial, pero es mejor que lo sepa. Más que advertencia, es una sana recomendación sobre la  conveniencia de un buen gobierno, que sí o sí debe empezar desde el próximo 15 de agosto.