Brújula deportiva: Afuera valoran más a nuestros olvidados ídolos

Hace muchos años, siendo joven, más de una vez escuché quejarse a los adultos mayores acerca de la pérdida de valores y del desprecio hacia la historia. Ni me imaginaba que con el tiempo me ocurriría lo mismo. Y eso no solo en el deporte, en diferentes ámbitos.

Recuerdo a mi padre ponderar lo bueno que a él le fue estudiar raíces griegas y latín, resaltando la importancia de hablar bien conociendo las fuentes. Yo ya no alcancé la primera. Mis hijas, ninguna de estas lenguas.

Por lo visto, sin darme cuenta, en aquellos lejanos años, ya padecía una suerte del mal moderno de descalificación del pasado, de desvaloración de las conquistas o logros, condenados a perderse, por ser olvidados y archivados.

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Ese andar extremadamente acelerado que nos caracteriza en nuestros mejores años de juventud, hace a un lado todo lo que no sea ese fulgurante y atractivo presente, que no repara y eclipsa cuando no sepulta el tiempo pasado.

Eso que califico de «presentitis» como un mal que aqueja hoy especialmente a los no tan jovenes, pero aún no muy mayores, que son quienes gobiernan o dirigen entidades en las que pueden hacer mucho por tutelar y hasta reivindicar a muchos que dejaron un legado que se queda sin destinatario al ser descuidados por lo que no pueden arribar a la meta.

Pasa hoy con la tumba de Erico, en deplorable estado de abandono ante la inacción e irritante indiferencia de la APF. También con la profanación de su estatua por malvivientes impunes que robaron la pelota de bronce parte del monumento que está a la entrada del estadio que lleva su nombre en el club Nacional, ante la absoluta inoperancia de los guardianes del orden público en una zona que es un constante caldo de cultivo de delincuencia.

Ocurre con el cambio o el borre de letreros que identifican con nombres que merecen ser enaltecidos de figuras de diferentes actividades que han fallecido y a quienes por lo menos después de muertos se ha honrado su memoria con tales designaciones, como los sectores identificatorios de las diferentes tribunas del Defensores del Chaco, lo que sin éxito viene reclamando el Circulo de Periodistas Deportivos del Paraguay desde hace cinco años (tres de los cinco han sido comunicadores).

Pasa en clubes, barrios, calles, ciudades, donde se borran nombres tradicionales aunque algunos justificadamente.

Preocupante es la presentitis (el mal del desprecio del pasado y la exagerada exaltación de lo presente, de lo que me toca a mi vivir por lo que es lo único que me interesa y no lo que le correspondió a otro que por eso no me importa, me es indiferente, lo ignoro y hasta pisoteo y dejo de lado).

Pero volviendo al comienzo, también escuché alguna vez hace tiempo decir, que «no todo está perdido» cuando de repente aparecía un destello de valoración histórica, una suerte de luz al final del túnel.

Ayer no mas, LA TRIBUNA se hizo eco de una publicación de «As» de España que da cuenta del proyecto de un argentino radicado en la Madre Patria que está encarando la publicación de un libro de oro de glorias olvidadas del futbol y hasta empezó a tramitar la transformación de la vivienda del ex gran futbolista Juan Bautista Agüero (foto) en un museo, en la ciudad de Caacupé.

Nos duele pensar en el caso de Erico, que hubiese sido mejor no tocar sus restos que por lo menos podían ser visitados en el cementerio de la Chacarita en Buenos Aires donde nunca le faltó una flor, hallandose hoy abandonados en un mausoleo sin acceso al lado de lo que fue un museo de APF de lo que hoy solo quedan ruinas.

Concluimos que afuera son más valorados nuestros olvidados ídolos, a quienes en nuestro pais, ni siquiera se respeta su memoria.

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