Elecciones 2023 orfandad de propuestas de un proyecto país

En las elecciones del 2008, la Alianza Patriótica para el Cambio liderada por Fernando Lugo, logró romper la hegemonía de 61 años del Partido Colorado, gracias al liderazgo y el discurso aglutinante del ex obispo de San Pedro.  

Lugo logró unificar en un solo bloque a sectores de la izquierda radical, a los sectores conservadores representados por el Partido Patria Querida, el Partido Liberal Radical Auténtico y hasta un sector descontento del Partido Colorado.  

Con ese bloque, el ex obispo logró reunir el 41 por ciento de los votos en las elecciones del 2008, para acceder al Palacio de López, pero no pudo completar un periodo de gobierno. El 22 de junio de 2012, sus propios aliados se unieron para sacarlo del poder en un juicio político, que tuvo como detonante la masacre de campesinos y policías en Curuguaty.   

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Ahora el escenario político se presenta nuevamente propicio para un cambio en la política paraguaya. La pandemia del Covid-19 dejó en evidencia el fracaso del Partido Colorado en el poder. Tras 70 años en el gobierno, los hospitales del país no estaban equipados. Sin ambulancias, sin oxígeno y sin los insumos más elementales, miles de compatriotas perdieron la vida, a consecuencia de la precariedad en materia de salud.  

Para completar el panorama, los recursos que fueron otorgados al gobierno de Mario Abdo Benítez para afrontar la pandemia fueron mal utilizados y al primer intento los funcionarios del primer anillo del presidente trataron de manotear los fondos públicos con groseros casos de corrupción, que desembocaron en destitución y procesamiento de los involucrados, en algunos casos.  

Para el 2023, el Partido Colorado presenta dos ofertas políticas. Por un lado, Fuerza Republicana, con Arnoldo Wiens, ex ministro de Obras Públicas de Abdo Benítez y por el otro lado, Santiago Peña, ex ministro de Hacienda, de Horacio Cartes.

El cartismo y abdismo juegan la misma estrategia que le funcionó por años a la ANR, ser oficialismo y oposición al mismo tiempo. El movimiento Honor Colorado fue sostén en los momentos álgidos de la administración de Abdo Benítez y la misma actitud tuvieron parlamentarios del sector abdista, en varias ocasiones, sobre cuestiones que afectan al líder de Honor Colorado.  

Sin embargo, a pesar de tener en frente este escenario favorable, la Concertación Nacional no ha logrado entusiasmar a los sectores descontentos de la sociedad paraguaya y antes que sumar, lo que intenta ser una coalición opositora, fue sufriendo restas desde un principio.  

Así un sector del Frente Guazú encabezado por Jorge Querey se desprendió de la Concertación y formó una dupla con Euclides Acevedo, lo mismo pasó con el equipo del ex senador Paraguayo Cubas y otras organizaciones menores, que ni siquiera se asomaron a la Concertación.  

La dupla con mayor posibilidad de encabezar la chapa opositora es la conformada por Efraín Alegre y Soledad Núñez, pero Alegre afronta el descontento con su gestión dentro de su mismo partido.   

No obstante, la Concertación tiene ciertas similitudes con la coalición opositora de la Alianza Patriótica para el Cambio, ya que en su seno también reúne a la izquierda radical, sectores conservadores y hasta a simpatizantes de la ultraderecha paraguaya.  

El único discurso que presenta la dupla Alegre-Núñez es la posibilidad del cambio y “Paraguay sin Mafia”, para poner fin al avance del crimen organizado. Este último sobre todo es un tema preocupante, pero hay otros que son graves y tocan de cerca al ciudadano y sobre los que los líderes de la concertación no sientan una postura definida. 

La principal deficiencia en cuanto a propuestas para una alternancia es la carencia de un proyecto de país, en el que presenten cómo van a encarar temas trascendentales como la renegociación del Tratado de Itaipú, para el 2023, las cuestiones de las negociaciones con los grandes bloques, si Paraguay finalmente da un giro hacia China Continental o continúa con la diplomacia de la billetera con Taiwán y otros temas que pueden marcar y cambiar el futuro de la república. 

Salta la pregunta por ejemplo de cómo los líderes de la concertación plantean consensuar políticas como la cuestión de la tierra, teniendo en su seno a sectores con posturas radicalmente opuestas como aquellos que defienden las ocupaciones de tierras y a los defensores de la propiedad privada. O en la propuesta de la Transformación Educativa, donde sectores denominados progresistas tienen posturas diametralmente opuestas a los conservadores. 

Ante esta perspectiva, para el 2023 los electores se encontrarán con el dilema de votar por lo mismo de siempre o cambiar media docena por seis.