Odesur, más allá de Calle Última

Andrés Colmán Gutiérrez

Recuerdo aquella primera aproximación al fenómeno de los Juegos Odesur, mucho antes de que se inicien las competencias. Fue en la ciudad de Caacupé, el lunes 19 de septiembre, cuando la antorcha olímpica llegó hasta allí, como también llegó a muchos otros pueblos y ciudades de los 17 departamentos. Recuerdo los rostros de muchas personas emocionadas hasta las lágrimas, cuando el fuego suramericano llegó hasta el tradicional Kurusu Campesino, en el kilómetro 55 de la Ruta PY02, donde los peregrinos suelen juntarse cada diciembre para caminar hasta el altar de la Virgencita Azul.

Como si fuera una verdadera procesión religiosa, la antorcha fue llevada por los atletas y la mascota Tirika, acompañada de una creciente cantidad de pobladores que se iban sumando durante los cinco kilómetros de la marcha, con paradas cada 250 metros para hacer el relevo, hasta la Basílica, en donde fue recibida por el propio obispo, monseñor Ricardo Valenzuela, y presentada ante el altar de la Virgen de Caacupé, para terminar en la Plaza Teniente Fariña, en medio de una verdadera fiesta religiosa, deportiva, turística y popular.

Unite al canal de La Tribuna en Whatsapp

El relato mágico en torno al juego olímpico, que en este caso se relaciona con la cultura ancestral del pueblo inca, ayuda a que la gente le otorgue una dimensión espiritual y profundamente emotiva. Como se sabe, son los amautas o sabios andinos en el templo Kalasasaya, en Tiwanaku, los que encienden el fuego suramericano, en una ceremonia ancestral. Este lugar sagrado para la cultura originaria es considerado el centro espiritual de la civilización del altiplano.

Lo que ocurrió en Caacupé, con diferencias propias de cada localidad, ocurrió también en Villa Hayes y Filadelfia, en el Chaco; en el Alto Paraguay, en Concepción, en Pedro Juan Caballero, San Pedro de Ykuamandyju, Saltos del Guairá, Ciudad del Este, Hernandarias, Pilar, Caazapá, Encarnación, Paraguarí, ciudades de Central y muchas más.

Aunque el nombre oficial es XII Juegos Suramericanos Asunción 2022, el gran evento deportivo se ha metido en el corazón de la mayoría de los otros pueblos y ciudades del Paraguay, como si también fuesen las sedes locales.

Es cierto que, además de la capital del país, también hay competencias que se desarrollan en Luque, en Encarnación y en Hernandarias (en el área de la represa hidroeléctrica de Itaipú), pero las otras localidades del interior, que no aportan escenarios para los juegos, también los sienten y vibran como si fueran parte del esquema organizativo.

Nunca antes un evento deportivo, que no fuera estrictamente el fútbol como espectáculo y como negocio, había logrado conmover a tanta gente, más allá de Calle Última. Tiene que ver, probablemente, con el entusiasmo y el heroísmo de una gran mayoría de nuestros chicos y chicas del atletismo, muchos de ellos provenientes precisamente de tierra adentro, que han sabido llegar a estos juegos capitalinos, proyectados al universo más amplio del continente, a base de sudor y sacrificio, entrenando en condiciones difíciles, generalmente en condiciones precarias por falta de infraestructura olímpica.

Las personas de sus comunidades los han visto crecer y alzarse desde niños y niñas. Han visto a sus padres y familiares golpeando puertas de políticos y autoridades, de empresarios y padrinos comerciales, organizando eventos de solidaridad para poder pagar los costosos equipos deportivos y poder financiar los viajes a torneos y campeonatos internacionales, ante la ausencia de mayores políticas de Estado para promover “los mal llamados deportes menores”, como repetían siempre el incansable colega periodista Pedrito García y el recordado Gustavo Kohn.

Allí están, por eso, los pobladores de Ciudad del Este celebrando la medalla de oro de su patinadora estrella, Erika Alarcón. Allí están los encarnacenos, acompañando las competencias de aguas abiertas, triatlón y vela, en la playa San José; de esquí náutico en la Costanera Padre Bolik, de ciclismo MTV en Agua Vista, con turistas que han llegado en gran cantidad, anticipando la temporada alta de los hoteles y alojamiento. Allí están los esteños anotándose en los centros de recepción turística para vibrar con los torneos de canotaje slalom en el canal de Piracema de Itaipú binacional.

Aunque esté localizado en Asunción y algunas pocas ciudades más, los Juegos Odesur han conquistado el alma de todo el Paraguay. No desaprovechemos esta oportunidad de mantener la unión de nuestro pueblo por encima de nuestras diferencias.

______________

Andrés Colmán Gutiérrez es director periodístico de El Otro País – Estas crónicas forman parte de un proyecto colaborativo especial para latribuna.com.py