María José y Paz Garcilazo Santos crecieron rodeadas de planos, ideas y muebles hechos a mano. Lo que comenzó como un emprendimiento familiar impulsado por su hermano, se transformó en una marca sólida liderada por estas dos hermanas que unieron sus talentos —arquitectura y marketing— para crear espacios únicos. Hoy, al frente de Casa Bazás, ofrecen un servicio integral de diseño personalizado y equipamiento, apostando por la transparencia, la fe como pilares de su crecimiento.
De una idea familiar a una marca con identidad propia
Lo que hoy conocemos como Casa Bazás nació en 2014 como una iniciativa familiar, fundada originalmente por Gabriel Garcilazo, hermano de María José y Paz. En sus inicios, la empresa se enfocaba en la importación de artículos para el hogar y pequeños muebles para dormitorios infantiles. Pero fue en 2018, cuando Paz se recibió de arquitecta y María José ya contaba con el título de ingeniera en marketing y publicidad, que decidieron asumir juntas el proyecto y transformarlo.
Impulsadas por su formación, y por una historia familiar marcada por el oficio, las hermanas decidieron que era momento de dar un paso más: empezar a diseñar y fabricar sus propios muebles, incorporando luego el diseño integral de interiores como una nueva propuesta de valor.
Desde el comienzo, el trabajo en equipo fue clave. Paz se encarga del diseño y la ejecución de los proyectos, mientras que María José lidera el área administrativa y comercial. Cada decisión importante se toma luego de un proceso muy particular, la oración y el debate, fortaleciendo el vínculo entre ambas, explica María José.
Lo que las hace diferentes
Su diferencial está en el enfoque cercano y honesto que tienen con cada cliente. “Si consideramos que una idea no se ajusta, ofrecemos otras alternativas” comentan. Para ellas, saber decir que “no” es tan importante como cumplir: es una forma de cuidar la calidad del resultado y construir una relación basada en la confianza a largo plazo.
Convertir una buena idea en una empresa sostenible no fue tarea fácil. Como ocurre en muchos emprendimientos, al principio aceptaban trabajos que no siempre las representaban. Además, la falta de productos terminados les jugaba en contra, ya que los primeros clientes debían confiar solamente en su palabra, que con el tiempo fueron ganando.
Las redes sociales todavía no tenían el impacto que tienen hoy, por lo que posicionarse en el mercado requeriría un esfuerzo doble. Sin embargo, cada paso, incluso los errores, les enseñó a profesionalizarse, mejorar y crecer.
Desde su experiencia directa con los clientes, las hermanas notan que la personalización y la calidad son los factores más valorados al momento de elegir mobiliario. Cada vez más personas buscan soluciones pensadas específicamente para sus espacios y necesidades.
Si algo define a Casa Bazás es su compromiso con el diseño personalizado. “No hacemos dos iguales, hacemos el tuyo”, citan como una frase que las representa.
Proyectos que dejan huella
Cuando se les pregunta por un proyecto favorito, coinciden en que cada uno tiene algo especial. Lo que más las emociona es el momento en que un cliente les abre la puerta de su hogar o de su oficina y les confía un espacio íntimo. “Sentir que podemos aportar nuestro granito de arena para que la persona pueda vivir y disfrutar de su espacio ya es motivo de orgullo”, aseguran.
Renovarse para seguir creando
El sueño de las hermanas Garcilazo Santos es claro: posicionar a Casa Bazás como una marca líder e influyente en el mundo del diseño. Su meta no se limita a vender muebles, sino a transformar espacios para que las personas puedan vivirlos plenamente.
Para mantenerse actualizadas e inspiradas en un rubro tan competitivo, están siempre en movimiento. Siguen de cerca las tendencias, hacen cursos —tanto de diseño en general como especializados en mobiliario— y analizan los detalles que marcan la diferencia. Lo más importante: todo lo reinterpretan con el sello de Casa Bazás. Se encuentran en Instagram como @casabazas
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